Home CULTURA CINE «Fue la mano de Dios»: la decadencia de la realidad 

«Fue la mano de Dios»: la decadencia de la realidad 

El filme de Paolo Sorrentino ha tardado menos de un mes en dar el boom en las pantallas tras su estreno en Netflix

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Fragmento de la película "Fue la mano de Dios". Foto: Gianni Fiorito (Netflix).

Fue la mano de Dios ha tardado menos de un mes en dar el boom en las pantallas tras su estreno en Netflix (3 de diciembre). El director y guionista, Paolo Sorrentino, ha vuelto a conseguir ocupar todas las portadas a través de su nuevo film autobiográfico. Un artista que no deja de sorprender con su sensibilidad, culto a la belleza y repulsión al cine comercial. Aunque su éxito era de esperar habiendo ganado un Óscar a mejor película extranjera con La gran belleza en 2013.

Esta película italiana está ambientada en la llegada de Diego Armando Maradona al Napoli en 1984. Pero la historia no gira en torno a él, sino en el verdadero protagonista: Fabietto Schisa, un adolescente amante del fútbol e ídolo del jugador argentino. Esa devoción por él le salvará de su muerte al asistir a uno de sus partidos en vez de ir a la casa de vacaciones con sus padres. Ese fatídico día será el punto de inflexión de su adolescencia, donde el contacto cercano con la muerte le hará madurar y saber qué quiere ser en la vida: director de cine.

Los Schisa son la piedra angular de la película, ya que personifican la verdadera familia de la historia: la de Paolo Sorrentino. A través de ella no solo intenta explicar por qué se embarcó en el cine, sino reflejar el amor familiar que le fue arrebatado. Es decir, es una oda al costumbrismo, en el que representa la vida familiar y amorosa italiana de los años 80. Pero con especial hincapié en la historia personal del director.

Fabietto Schisa Fue la mano de dios crítica
Filippo Scotti interpretando a Fabietto Schisa. Foto: Netflix

Para Fabietto la realidad de un día para otro se convierte en decadente y triste, ya que le faltan algunas piezas para formar el puzle de la trinidad de la sociedad (familia, amistad y amor). Su pérdida le fuerza involuntariamente a germinar su adultez, dejando de lado a Fabietto para convertirse en Fabio.

Esto también representa el concepto de virilidad extraído de la película, donde el joven napolitano tiene que seguir unas pautas para ‘ser un hombre’: ser aficionado del fútbol y salir con mujeres. Es decir, perpetuar la heterosexualidad dominante y fomentar la vulgaridad masculina. Pero, a su vez, rompe con este estereotipo a través de su sensibilidad, ‘impropia’ de un hombre de esa época.

Por otro lado, la mujer representa la idealización de la figura femenina, que es personificada por la tía Patrizia como un ser inaccesible, tentador y seductor. Aunque tiene un trasfondo negativo visto desde la perspectiva actual: la sexualización y dominación sobre la mujer. Pero no es reprochable su caracterización, ya que se limita a describir la sociedad y vida cotidiana de esos años.

La tía Patrizia en un edificio antiguo y abandonado. Foto: Netflix

La historia también presenta rasgos del metacine, ya que en la propia película se hace una autorreferencia y reflexión sobre el séptimo arte. Todo ello se simboliza a través del director de cine Antonio Capuano mediante su conversación con Fabietto. En ella hablan sobre cómo transmitir el sufrimiento del joven desde un punto vista único y profundo, un consejo que Paolo Sorrentino ha seguido en todas sus películas. En ese instante se refleja el perspectivismo cinematográfico, donde hay dos visiones generacionales sobre el cine.

La sinopsis aparenta ser una tragedia, pero es todo lo contrario. Combina el drama con una comedia surrealista. En ella encontramos el ‘absurdismo’ a través de algunas escenas como la de un niño monje que transmite suerte, el jeque más rico del mundo (Khashoggi) paseando con una modelo en medio de un Capri vacío o cuando Fabietto pierde la virginidad con su vecina viuda la Baronessa.

La tragedia que sufre Fabietto le hace odiar la realidad, y por ello, recurre como alternativa a la ficción en algunas de esas escenas absurdas. Ese momento marcó un antes y un después en su vida, donde para él la felicidad no tiene sentido sin su familia. Pero gracias al cine pudo cerrar sus heridas.

Nos encontramos ante una obra realista, pero a su vez surrealista, que rompe los esquemas convencionales y comerciales del cine. Pero sin duda, Fue la mano de Dios hace emerger nuestro lado más sentimental y sumergirnos en ese mar napolitano lleno de lágrimas.

Fue la Mano de Dios – Tráiler Ofiicial

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