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El Códice Voynich, el manuscrito más misterioso del mundo

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Fotografía: Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos.

El mayor enigma de la historia de la literatura es un texto del siglo XV de autor anónimo escrito en un alfabeto desconocido hasta el momento, el Códice Voynich. Se trata de un libro que ha resistido en sus seis siglos de vida al constante intento de criptógrafos, lingüistas y superordenadores de descifrar el código lingüístico que usa. La prueba del carbono-14 lo dató entre 1404 y 1438 con un 95% de seguridad, aunque no hay ninguna prueba que valide que fuese escrito en este tiempo.

El manuscrito toma su nombre del polaco Wilfrid Voynich, bibliófilo, coleccionista y experto en libros antiguos, quien lo adquirió junto con otros libros de saldo en 1912 a un monasterio jesuita de Italia. Tras emigrar a Estados Unidos y su dueño fallecer, lo heredó la viuda, que lo acabaría entregando a una librería para después acabar en manos de un marchante de arte que no consiguió venderlo. Finalmente, de estas últimas manos fue donado hace 50 años a la Biblioteca Beinecke, catalogado como ítem MS 408, de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale.

Respecto al desconocido idioma en el que está escrito el Códice, llamado voynichés, se cree que su alfabeto podría contener entre 20 y 30 letras. También se ha estudiado la frecuencia con la que aparecen las palabras y se comparó con otros textos. La conclusión sacada fue que esta desconocida lengua tendría unas 800 palabras principales que cumplen la ley de Zipf. Esta ley establece que la palabra más usada en una lengua humana aparece el doble que la segunda más frecuente, el triple que la tercera y así sucesivamente.

Por tanto, parece que el voynichés no es fruto del azar, una teoría que sostiene una parte de los estudiosos, que consideran que todo se trata de una broma o un engaño. La segunda teoría es que el lenguaje usado se ha cifrado. Nick Pelling, experto criptógrafo, opina que la dificultad del Códice reside en que aplica tres capas de seguridad: un idioma desconocido, una clave criptográfica y un sistema de abreviaturas que acorta palabras y elimina letras. La medievalista Lisa Fagin Davis apunta una tercera opción. No habría ningún tipo de codificación en el texto, sería la transcripción fonética de un lenguaje hablado y perdido que no tenía alfabeto, como un dialecto o una jerga privada y usada por un gremio y del que sólo ha sobrevivido este escrito.

Considerado por los medievalistas como el libro más misterioso del mundo, el Voynich se compone de unas 35.000 palabras esparcidas en 116 folios, algunos de ellos desplegables, en pergamino de piel de ternero escritas por las dos caras. El texto está redactado sin tachaduras, como si se conociese exactamente lo que se quisiera escribir, con tinta de cinco colores, de izquierda a derecha y sin signos de puntuación. Además, se pueden distinguir dos caligrafías distintas, suponiéndose así que intervinieron dos escribanos. A excepción de 33 páginas, el libro está plagado de ilustraciones que, además, fueron dibujadas antes de escribir el texto porque en algún momento se superponen.

Las páginas fueron numeradas con posterioridad a la escritura y encuadernación del libro. Según esta numeración, faltarían 28 páginas del original y el orden actual podría no ser el pensado en un inicio. El estilo de letra es propio del Quattroccento italiano, adaptado de la minúscula carolingia, muy común en el centro de Europa. También se sabe que el manuscrito pasó algún tiempo en el sudoeste de Francia porque presenta anotaciones al margen en un dialecto de Tolón.

El contenido del libro se divide en seis secciones. La primera, botánica, con dibujos de 113 plantas de las cuales sólo se ha podido identificar dos. Otra es la cosmológica. En unas páginas desplegables de esta sección aparecen dibujadas nueve esferas que parecen representar lugares del universo hasta ahora no identificados. El resto de secciones son la biológica, la astronómica, la farmacéutica con más de cien especies de hierbas y raíces desconocidas y, por último, un recetario, el único fragmento del Códice con texto únicamente.

Lo cierto es que cada poco tiempo aparece una nueva teoría sobre su lengua que acapara titulares hasta que es refutada. Esto ocurrió en el pasado mayo cuando un académico de la Universidad de Bristol aseguró haber descifrado el código del Voynich y que se trataba de una lengua precursora del romance. Al tiempo, cuando los expertos fueron desacreditando la investigación hasta la propia Universidad se desmarcó de la misma.

 

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Todas las fotografías pertenecen a la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos. En su web se pueden encontrar estudios y todas las páginas del Códice Voynich digitalizadas en alta resolución. Para más información seguir el siguiente link: https://n9.cl/h1rf

1 COMMENT

  1. Desde mi más atroz y triste ignorancia, mirando a simple vista y sin conocimiento científico que me avale, el dibujo al final de la página me parece una especie de «plano» del interior de un edificio, mas que el dibujo de un vegetal o planta. Mis cansados ojos (tengo 97 años-nací en 1924) observan unas estancias circulares con unos corredores vinculantes donde parece que hayan surtidores interiores y patios embaldosados. Incluso, algún dibujo sugiere una especie de aforo teatral, mientras en otras partes existen unos espacios que aparentan zonas de encuentro y zonas de circulación. Referente a la escritura del códice, parece que haya sido conocida por Tolkien, ya que los grafismos que se reproducen en su libro, guardan un «sospechoso parecido» con la escritura que aparece en el códice y que muestra en su libro Tolkien. Los grafismos tienen una aparente similitud que no deja de causar cierto interés inquisitivo que ahonde en una investigación formal de ambas escrituras y el marcado «parentesco grafológico» que sobrevuela entre Voynich y Tolkien a la hora de «imaginar y plasmar» ambas escrituras en dos obras de diferentes procedencias, ya que una es (supuestamente) nacida de la «imaginación literaria» de un escritor y otra (supuestamente, también) procede de una investigación científica a raíz de un «hallazgo» documental.

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