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Eso es lo que quiero, besos: el arte de Ron Hicks

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Amor en la carretera, Ron Hicks (Fuente: Pinterest)

La semana pasada, el día 13 concretamente, rememorábamos el Día Internacional del Beso, y las redes sociales se llenaban de fotos de parejas y amigos expresando su afecto a través de este gesto tan internacional. Quizá este año, como el pasado, los besos sean una de las cosas que más extrañamos.

Como en todo mundo, dentro del los besos hay algunos besos más famosos que otros, como el del mural de la East Side Gallery de Berlín, que representa a Brezhnev y Honecker uniéndose en ese beso de tornillo. O el de la fotografía del marinero y la enfermera en Times Square, celebrando el fin de la Segunda Guerra Mundial. El beso de Klimt, el de Rodán, el de Picasso, el de Francesco Hayez, el de Los amantes (de René Magritte), el de Judas; el beso bajo la lluvia en El Diario de Noa, el de Spiderman, con el súper héroe suspendido boca abajo, el de Titanic, ante la inmensidad del mar, el de La Dama y el Vagabundo, o ese beso de la portada de la edición portuguesa de abril del 2020 de la revista Vogue, con un protagonismo absoluto de las mascarillas.

Con este Día Internacional del Beso como excusa, desde InfoDiario os invitamos a descubrir a Ron Hicks, al que la revista online Cultura Inquieta llama «el pintor contemporáneo de los besos robados».

Los besos de Ron Hicks

Besos y café, Ron Hicks (Fuente: Pinterest)
Kisses and coffee (Besos y café), Ron Hicks (Fuente: Pinterest)
El café, Ron Hicks (Fuente: Pinterest)
Beso en el café, Ron Hicks (Fuente: Pinterest)
Ron Hicks (Fuente: Pinterest)

En su página web, el artista responde a las dudas más frecuentes dentro del apartado FAQ.

Hicks recuerda poder dibujar desde siempre. De niño, vivía en un edificio de Denver en el que todo el mundo se conocía, y los vecinos, al verlo dibujar, le preguntaban si los podría pintar. Tras el divorcio de sus padres, con 15 años, se mudó a Ohio. Allí, el arte se convirtió en su consuelo. Rodeado de profesores que lo animaban a ello, Ron se presentó a certámenes y solicitó becas, logrando con 16 años una beca completa para estudiar en el Columbus College of Art and Design después del colegio. Durante el segundo curso de estas clases centradas en dibujo y pintura tradicional, empezó a plantarse qué clase de trabajo desempeñaría. Entonces, quiso volver a Denver.

Intrascendencia

Se trasladó al Colorado Art Intitute y comenzó a estudiar «commercial art» (diseño comercial). Cuando estaba casi terminando allí, conoció a un instructor que le dijo que sus ilustraciones eran intrascendentes porque él era pintor. Ron confiesa que al principio no qué le quería decir, así que se graduó y trabajó en agencias de publicidad, pero lo dejó después de un par de años: era intrascendente.

Un cambio radical

Durante un tiempo, su trabajo fue más bien tradicional, romántico, pero su arte experimentó un cambio radical. El propio Hicks explica que fue invitado a crear para una exposición colaborativa en la que un artista trabajaba en una pintura y después se la pasaba a otro. Su compañero en este proyecto era un pintor abstracto. Hicks miró entonces el lienzo en blanco y se preguntó a sí mismo cómo lograrían, más allá de combinar sus estilos, comunicarse.

Fue a partir de ese momento cuando empezó a aplicar una mirada abstracta al mundo. Hicks era consciente de que tenía que renunciar a algo, pero no quería dejar atrás la figura; él se define como un pintor figurativo, y aunque considera que se puede decir mucho a través de la abstracción, siente que la figura también habla considerablemente. Por tanto, aunque la intención de Hicks no era la abstracción total, sintió que algo dentro de él cobraba vida, y descubrió que este «nuevo arte» no distaba tanto de su arte inicial, que en realidad siempre había estado presente en sus creaciones, pero que, de alguna manera, había tratado de cubrirlo, de esconderlo de la mirada del público.

Here and now, Ron Hicks. Colección Ordinary People (Fuente: ronhicks.com)
Veiled, Ron Hicks. Colección Surfacing (Fuente: ronhicks.com)

Hicks había descubierto que no podía seguir escondiéndose tras el arte tradicional y aceptar que eso era todo, buscaba esa sensación de armoniosa conexión. Ahora se esfuerza por descubrir eso que llevaba dentro, por sacarlo a la luz, y está dispuesto a dejarlo ser. Admite que tuvo miedo ante esa nueva perspectiva de mundo en el que aun no había penetrado; al fin y al cabo, él no era conocido por ese tipo de pintura, y la posibilidad del rechazo acechaba.

«My heart was telling me to do this, so I had no choice» (mi corazón me estaba diciendo que lo hiciera, así que no tuve elección), dice Hicks. Pero sus temores no se hicieron realidad: un galerista vio su trabajo y le pidió mostrarlo. En ese momento, Ron Hicks despegó y desde entonces, dice, no ha tenido que mirar atrás.

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