Refranes como «hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo» o «marzo ventoso y abril lluvioso, dejan a mayo florido y hermoso» son afirmaciones fácilmente contrastables: basta con prestar un poco de atención a la evolución de las condiciones meteorológicas para darse cuenta de que suelen tener razón. Sin embargo, ¿cuál es el origen de la expresión «en martes, ni te cases ni te embarques»? ¿Acaso los naufragios suelen suceder en esta jornada? Bueno, algo así.
El martes lleva condenado a ser día de mal agüero desde tiempos de los romanos. Por aquel entonces, Marte era el dios de la guerra y, si bien los romanos creían que este se mostraba favorable con ellos protegiéndolos en las batallas, también pensaban que esa protección para la guerra se la quitaba de otros asuntos tales como los negocios. Así, el día dedicado a Marte no era el más propicio para «embarcarse» en proyectos comerciales, por ejemplo.
Respecto a lo de las bodas en martes, los tiros también van por ahí. Al fin y al cabo, en la época de los romanos, y en general hasta hace no mucho, el matrimonio ha sido una forma de negocio más, en lugar de un gesto de amor. Así, emprender un negocio de tal envergadura e importancia en día de mal agüero tampoco era recomendable. De ahí lo de que en martes, ni te cases ni te embarques.
Sin embargo, el miedo o la aversión al martes se extiende por otras culturas, como la egipcia o la turca, que también consideran esta jornada de mal agüero. Asimismo, en la Edad Media española, la mala suerte del martes se vinculó, ya no al dios romano de la guerra, sino a las derrotas cristianas frente a los musulmanes, datadas por algunos cronistas, en martes. La tradición también fecha acontecimientos como la destrucción de la Torre de Babel o la caída de Constantinopla precisamente en martes.
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