Esta semana los ciudadanos alemanes pondrán fin a la era Merkel. La que ha sido canciller desde 2005 anunció hace dos años que no volvería a presentarse y ha mantenido su palabra. Se trata de la primera jefa de Estado alemana en apartarse de unas elecciones desde la II Guerra Mundial. Pero no solo Alemania pierde a su representante, también la Unión Europea deberá decir adiós a uno de los rostros más reconocibles de la organización en los últimos años. Merkel se ha mantenido como una especie de líder durante momentos tan destacados de la historia europea como la gran recesión económica del 2008, la crisis de los refugiados del 2015 y la pandemia del COVID. Además, en todo este tiempo, Alemania ha presidido en dos ocasiones el Consejo de la Unión Europea (en 2007 y 2020).
Aun con Merkel fuera de escena, el país germano sigue teniendo un papel clave dentro de la organización internacional. Se trata del Estado con mayor población (más de 83 millones de habitantes) y un PIB superior al resto de sus compañeros (superior a 3 millones de euros). Ello, unido a sus esfuerzos por una unión más fuerte e independiente, le han posicionado como uno de los países a la cabeza de la Unión Europea. Si bien son 27 los que deciden, no se puede negar que Alemania marca en muchas ocasiones la dirección del continente.
Es por ello que quien acabe a la cabeza de la nación germana puede suponer un antes y un después en la Unión Europea. Además, aunque la postura de Alemania en la UE sigue siendo prioritaria, puede que el resto de miembros intenten aumentar su influencia en los próximos meses.
Unas elecciones complejas
En el terreno nacional, el país se enfrenta a unas elecciones complejas. La CDU pierde su líder principal y el nuevo candidato, Armin Laschet, no parece convencer del todo al electorado germano. Deslices como el cometido hace unos meses, cuando se le vio riéndose en una rueda de prensa sobre las inundaciones de julio, han dañado considerablemente su imagen ante el electorado. Si bien ha ido mejorando durante la campaña, aún no recupera su posición predominante. Según un sondeo publicado por el medio alemán Tagesschau, el partido liberal SPD iría a la cabeza tras el último debate electoral.
Así, algunos vaticinan que los resultados de este año podrían decantarse a una opción más cercana a la izquierda, llegando a una coalición entre SPD, Los Verdes y Die Linke. Puede que no sea la alternativa más segura, pero tampoco descartable. Según The Economist, hay un 88% de probabilidades de que sumen mayoría absoluta. Hablando de Los Verdes, el partido ecologista ha escalado puestos en los últimos meses hasta posicionarse como una de las principales fuerzas políticas alemanas. Un buen resultado el próximo domingo podría llevar a una legislatura ecologista al frente del Bundestag por primera vez en la historia.
En el otro extremo del espectro político se encuentra la AfD. El partido de extrema derecha también ha ido aumentando en votos y, con la salida de Merkel, muchos temen que el cordón sanitario pierda fuerza. Si bien cuenta con el apoyo de gran parte de la población y medios de comunicación, no se deberían obviar las ocasiones en las que ha estado cerca de caer. En 2016, tras las elecciones regionales en Sajona-Anhalt, parte del grupo parlamentario de la CDU planteó la posibilidad de gobernar con el apoyo de la AfD. También en febrero de 2020, en el estado de Turingia, el candidato de FDP, Tim Kemmerich, consiguió alzarse como presidente con el apoyo de la CDU y de la ultraderecha.
Los rechazos a la AfD han sido directos y numerosos por parte de políticos de todas las vertientes en Alemania, pero un buen resultado este domingo podría cambiar las cosas, dado que parece ser que un sector de la Unión Democrática-Cristiana no es tan reacio a abrirse, al menos, a los votantes de la ultraderecha.
La lucha por ir a la cabeza
Y en todo este debate interno, ¿dónde queda la Unión Europea? Probablemente, un poco olvidada durante los próximos meses, mientras Alemania se centra en formar gobierno tras los comicios del 26 de septiembre. Pero la sociedad internacional no va a dejar de moverse y la actualidad no es la más calmada de los últimos tiempos.
En política exterior, ha de dar respuesta al terror que se vive en el Afganistán de los talibanes, y acogida a los miles de refugiados que huyen del nuevo régimen. Y en política regional, la situación no es la idónea. Europa intenta recuperarse de una crisis social, económica y sanitaria, para las que cuenta con los fondos apoyados por Merkel (buscar). En el Este, todavía se trata de buscar una solución a las políticas anti-LGTB tomadas por parte de Hungría y Polonia. El avance de la extrema derecha en estos países no solo ha puesto en peligro a estos colectivos, sino que choca directamente contra las políticas de migración y acogida de la UE.
Además, mientras Alemania termina de conformar su gobierno, el resto de potencias europeas tienen una oportunidad de luchar por el liderazgo de la UE. Francia, uno de los precursores de esta organización, puede aprovechar el vacío germano para potenciar su posición. Desde la revista El Orden Mundial, plantean el escenario de una alianza franco-italiana, entre Macron y el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi.
También España tiene la oportunidad de destacar en los próximos meses. La cuarta economía europea ejerce ahora como punto de entrada de los refugiados afganos y podría posicionarse como referente de la UE ante esta crisis. No se puede obviar que continúa siendo el único país dentro de la unión con un gobierno socialista.
Pero, por mucho que trabajen por afianzar posiciones, Alemania seguirá siendo Alemania. Es decir, seguirá siendo uno de los países más influyentes en la Unión Europea. Este domingo, se verá si los ciudadanos apuestan por una continuación de la CDU, que acumula 52 años de experiencia de gobierno. O tal vez decidan que el futuro va en otra dirección.
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