Conformismo, decepción y todo un partido esperando el velatorio de la formación naranja. Esta era la atmósfera que se respiraba ayer en Alcalá 253, una noche larga que aguardaba la llegada del crepúsculo del partido. El descomunal descenso electoral se abría paso tras el triunfo del 28A, una pérdida de 47 escaños, la descomposición de un partido de la que Vox se ha alimentado como un ave carroñera. Un partido del que hace un año no se sabía ni de su existencia, ha arrollado a Ciudadanos, situándose como tercera fuerza política. Una completa derrota de la que difícilmente se podrán recuperar.
El partido de la ciudadanía ha pasado de los 57 escaños a los 10, de ser la tercera fuerza política, a ser la sexta, por detrás de ERC, UP, Vox, PP y PSOE, en ese orden. La presencia de Ciudadanos se ha esfumado en 13 comunidades autónomas y sólo ha obtenido representación en Andalucía, Madrid, Cataluña y Comunidad Valenciana. Una pérdida en la que se prescindirá de cargos clave como José Manuel Villegas o Juan Carlos Girauta.
Albert Rivera se ha dado de bruces. A pesar de las estimaciones para el 10N que ya preveían el hundimiento de la formación naranja, el ahora, ex-líder de Ciudadanos, salía el pasado lunes a por todas en el debate con todas las esperanzas puestas en una posible remontada. Una estrategia de difícil clasificación y de constantes cambios de posicionamientos han desestabilizado a sus votantes, que han optado por dividirse entre los populares y la ultra-derecha de Abascal. Un partido «bisagra» que se ha convertido en «veleta», que ha dejado de cohesionar fuerzas políticas para dirigirse a la que el viento sople más fuerte. Cataluña, un intento fallido de convertirse en la primera fuerza de oposición y superar al Partido Popular, y las dificultades para la formación de gobierno, aspirar muy alto y llegar a lo más bajo. Indecisión y oportunismo traducidos en el declive más agudo de su corta historia política.
En Alcalá no habían ánimos de ningún tipo, tan sólo se ansiaba el discurso post-electoral del líder de Ciudadanos como un impulso esperanzador a la espera de los negativos resultados que se vaticinaban. Tras conocerse el escrutinio final, Albert Rivera hizo las declaraciones pertinentes frente a los medios que aguardaban en la sede, una comparecencia, que más que una aceptación de los escaños obtenidos, parecía una despedida. Un discurso que arrancaba felicitando al PSOE y a Sánchez, y dignificando su papel frente al del líder socialista por estar dando la cara frente al desastre electoral y no celebrando unos resultados mediocres. Un alegato centrado en pedir disculpas a los votantes del partido y en los malos resultados obtenidos, en los que, como declaraba, «no hay excusas». Las caras de los militantes del partido eran de desasosiego frente a la decadencia de la formación. El Secretario General, Villegas, se fundía en un abrazo con Rivera al finalizar el mitin, que escondía un adiós muy próximo, la rendición del cabeza de partido y la desintegración de la coalición naranja.
Al grito de «valientes y campeones» abandonaban la sede Rivera y sus acompañantes, Inés Arrimadas entre lágrimas aplaudía camino a la puerta de salida, y el ambiente afligido de Alcalá 253 ponía punto y final a una noche que difícilmente podrá quedar en el olvido para Ciudadanos. Ahora, «los militantes decidirán el futuro», lo que no será una tarea fácil.
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Foto: InfoDiarioEs