El 9 de mayo se celebra el día de Europa. Se eligió ese día debido a que el 9 de mayo de 1950, el ministro de Exteriores francés Robert Schuman realizó la llamada Declaración Schuman. En esa declaración, Schuman propuso crear la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), vinculando las industrias metalúrgicas y del carbón de los países participantes. La CECA supuso el primer paso de la creación de lo que más tarde sería la Unión Europea. Este año el Día de Europa está dedicado al Año Europeo de la Juventud y a la Conferencia sobre el Futuro de Europa.
A pesar del largo camino que se ha recorrido en pos de la colaboración comunitaria, la UE sigue teniendo que enfrentarse a retos muy complejos tanto dentro como fuera de sus fronteras.
La ¿Unión? Europea
Aunque la pandemia del COVID-19 supuso un momento de gran unidad entre los miembros de la UE, también mostró sus descosidos. La reticencia de países del norte a la creación del fondo de recuperación COVID y los fondos Next Generation (impulsados por los países mediterráneos) nos recordaron la brecha invisible aún existente entre el norte y el sur de Europa. A raíz de la pandemia se decidió rechazar las políticas de austeridad que tanto daño hicieron en algunos países miembros tras la crisis de 2008. Pero las recientes declaraciones del ministro de finanzas alemán de “reactivar las reglas de déficit” y del Comisario de Economía de la UE pidiendo “evaluar la sostenibilidad de las pensiones españolas” hacen recordar el fantasma de la “troika” y los “hombres de negro”.
Euroescepticismo, el enemigo dentro de casa
Otro de los grandes males que asola Europa estos últimos años es el euroescepticismo, que tuvo su máxima expresión en el referéndum del Brexit en 2016. Desde entonces algunos estados miembros han hecho caso omiso de las reglas comunitarias y han sido muy críticos con Bruselas, especialmente Hungría y Polonia. Estos dos países del este de Europa han supuesto un auténtico desafío interno para la UE, sobre todo en materia de inmigración, economía, separación de poderes o derechos sociales.
Pero el euroescepticismo está creciendo en otros países, siendo adoptado por partidos de extrema derecha e izquierda o bien con el surgimiento de nuevos partidos centrados en ese aspecto, como en Italia.
El cambio climático y la transición ecológica
Otro gran reto que lleva en el punto de mira de la UE desde hace años es el cambio climático. Una de las prioridades de Bruselas es realizar una ambiciosa transición ecológica verde y social en todo el territorio de la Unión. Sin embargo, la reciente guerra en Ucrania ha puesto esa iniciativa en un segundo plano. Europa consideró el gas natural como fuente energética de transición entre el abandono de los combustibles fósiles y la desarrollo de las renovables. Sin embargo, la gran mayoría del gas natural consumido en la UE proviene de Rusia. Y a raíz de la invasión rusa de Ucrania, Bruselas se ha propuesto abandonar el uso del gas ruso en su totalidad. Aún en busca de proveedores alternativos (como Estados Unidos, Argelia o Catar), con los precios de la energía disparados y riesgo de cortes de suministros y apagones parciales, la UE incluso ha propuesto incluso usar el carbón o la energía nuclear para paliar la falta de gas ruso. De ese modo, los sueños de una UE verde y sostenible se van disipando, al menos en el futuro a medio plazo.
Invasión de Ucrania: la guerra vuelve al continente
La invasión rusa de Ucrania el pasado febrero ha supuesto un punto de inflexión en el continente europeo. La política de tolerancia hacia Putin parece haber llegado a su fin, y hasta sus acérrimos defensores y admiradores en la extrema derecha europea parecen haberle dado la espalda. El flujo de refugiados ucranianos ha supuesto el flujo migratorio que más rápido ha crecido en la historia, y ha hecho que la UE flexibilice su política de acogida. Algo que, por cierto, no ocurrió con los refugiados sirios o afganos entre otros. Además, la guerra en el este ha traído consigo un aumento de la inflación que está provocando grandes problemas a los ciudadanos europeos, sobre todo en el combustible, la energía o la cesta de la compra.
En conclusión, la UE ha mejorado en muchos aspectos la vida de los ciudadanos europeos. Pero aún así Bruselas se encuentra en una posición complicada respecto a los problemas a los que se enfrenta tanto dentro como fuera. Pero creo que con determinación y liderazgo puede hacerlos frente y avanzar hacia un futuro mejor para las próximas generaciones.
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