Es 2015. Pedro Passos Coelho toma posesión como primer ministro de Portugal sin saber que su gobierno sería conocido como «El Breve» por durar apenas 11 días. Tras la victoria del líder del PSD, el bloque de izquierdas prometió acabar con el recién estrenado gobierno justo el día de la investidura. Y así fue. La nueva mayoría de izquierdas votó conjuntamente una moción de censura contra el Gobierno, lo que provocó su cese inmediato.
Fue António Costa, del Partido Socialista (PS), quien lideró aquella moción y consiguió reunir todos los apoyos necesarios en los grupos parlamentarios. Entonces se formó la famosa geringonça, un gobierno formado por el PS, el Bloco de Esquerda (BE) y el Partido Comunista de Portugal (PCP). Seis años después, mantener los acuerdos no fue tan fácil. A tres días de la primera votación de los presupuestos, las negociaciones no vaticinaban buenos resultados. Los socios de gobierno estaban decidiendo no apoyar los Presupuestos, por lo que no podrían salir adelante. Cabe recordar que el PS tenía 108 escaños en un Parlamento compuesto por 230, por lo que habría necesitado, al menos, el apoyo del PCP -con 12 diputados- y del BE -con 18- para que salieran adelante.
La cuestión es que eran unas elecciones no deseadas. En un contexto azotado por la crisis de la covid-19 y la incipiente llegada de los fondos de recuperación europeos, el Presidente de la República de Portugal, Marcelo de Sousa, ya había llamado a la estabilidad en numerosas ocasiones para ahorrarse «muchos problemas y algunas preocupaciones». A Costa (PS) tampoco le interesaban unos nuevos comicios, porque después de las municipales, el PS tuvo una pérdida considerable de alcaldías y era evidente la preocupación por un posible cambio en las legislativas en beneficio del Partido Social Demócrata (PSD), su principal oposición. También afectaron negativamente las elecciones municipales al PCP y al BE. Del otro lado, el Centro Democrático Social (CDS) renovaba el mandato de Dos Santos y el partido de André Ventura, Chega!, seenfrentaba en aquel momento a un cambio en sus estatutos. Es por eso que llama la atención que casi todos los partidos votaran en contra de los Presupuestos cuando tanto la izquierda como la derecha no buscaban unas elecciones anticipadas en Portugal.
Esta inesperada crisis tumbó el gobierno en cuestión de días. Se produjo entonces un momento histórico: el presidente de la República convocó nuevas elecciones tras el primer fracaso de un gobierno por la incapacidad de aprobar las cuentas públicas del Estado. Así acabó la estabilidad portuguesa y ahora, a escasos días de las elecciones, el nuevo panorama político está por ver, aunque las últimas encuestas ya prevén unos resultados muy ajustados entre el PS y el PSD.
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