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¿Y la independencia del fútbol?

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Foto: Josep María Bartomeu, presidente del FC Barcelona / Fuente: Twitter

La lucha por la independencia de un sector de la sociedad catalana amenaza la independencia del fútbol en esta región. ¿Debemos permitirlo?

El «procés» lo ha vuelto a hacer. Un movimiento con aspiraciones supuestamente independentistas no hace más que poner en peligro la independencia de distintos elementos sociales. No conforme con poner en riesgo la independencia del poder judicial, ahora pone en duda la independencia de otro de los grandes poderes del último siglo: el fútbol. Con la colaboración, eso sí, de los estamentos del propio fútbol. Desde la federación catalana hasta entrenadores y jugadores, pasando por clubes como el Girona y el Barcelona.

Vayamos por partes. Lo que ha hecho la entidad blaugrana es un una locura, una mezcla entre un intento de homicidio y de suicidio. El club ha decidido involucrarse ante la sentencia de los políticos presos sin previa consulta a sus socios. Un club supuestamente cimentado en sus socios les ha dado la espalda para darle la cara a la política y permitir que esta entre en uno de los clubes referentes en el fútbol mundial, con el peligro que esto puede suponer para el espectáculo. En las redes abundan los comentarios de seguidores blaugranas indignados con esta intromisión, algunos de los cuales han decidido abandonar un club que ha cambiado el «tiki taka» por el «toma y daca».

No es el Barcelona el único club que se ha prestado a cambiar la independencia del fútbol por la de Cataluña. Otros clubes como el Girona también se han sumado a las reivindicaciones. Sin embargo, por respeto al fútbol de verdad, el del verde, sería preferible dedicarle un espacio proporcional a sus méritos deportivos. Por otro lado, el Espanyol ha expresado mediante un comunicado su neutralidad como institución ante esta situación. El club «periquito» siempre se ha desmarcado de cualquier corriente política. Quizás esta actitud algo tenga que ver en sus recientes éxitos.

Tampoco han dudado en sumarse a la causa independentista (la de Cataluña, digo) jugadores como Gerard Piqué y entrenadores como Pep Guardiola. El último poniendo voz a Tsunami Democràtic. Una organización que la democracia solo la lleva en el nombre. O al menos este humilde servidor piensa que bloquear aeropuertos seguramente no sea un gran ejemplo de democracia. Sorprende la actitud de un Guardiola que nunca hizo estas reivindicaciones cuando defendía los colores de la Roja. ¡Sí, de la selección española! Ver para creer.

En su favor hay que decir que su actitud no es la más reprochable. Lo es la de la federación catalana de fútbol, que ha decidido suspender su actividad en solidaridad con los políticos presos. Es decir, que le ha dicho a los niños: «hasta que no nos den la razón, no vais a jugar al fútbol». Y claro, cuando a un niño, sin la conciencia completamente formada, le dices que no puede jugar al fútbol por culpa del Estado español, este se convierte en el monstruo de las galletas que viene a quitarles su sueño de convertirse en futbolistas. Si el VAR revisara la jugada, decretaría pena máxima.

El proyecto de independencia se ha vuelto en uno de dependencia, el de todos los estamentos sociales respecto del proyecto. Y los aficionados deben luchar para evitar que los colores de su equipo cambien por los de un partido político. Deberían hacerlo incluso los independentistas. No pretendo convencerles de que la independencia de Cataluña no es legítima, pero, ¿y la del fútbol?

 

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Foto: Josep María Bartomeu, presidente del FC Barcelona / Fuente: Twitter

 

 

 

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