El detenido por el crimen de Laura Luelmo, desaparecida desde el pasado lunes, Bernardo Montoya, ha confesado el asesinato después de que la Unidad Operativo de la Guardia Civil (UCO) le interrogara. La autopsia apunta a que su muerte se produjo por un traumatismo craneoencefálico debido a un golpe en la cabeza, pero se estipula que el crimen se ocasionó dos o tres días después de su desaparición.
Montoya ha declarado que, el día de la desaparición, Laura se le acercó por la calle para preguntarle dónde había un supermercado cerca, y él la envió a un callejón sin salida. Seguidamente, cogió su coche hasta donde ella estaba. Días más tarde, el detenido y la profesora de 26 años tuvieron una fuerte discusión, la forcejeó y le pegó un golpe en la cabeza, provocando su muerte. Después la metió en el maletero de su coche y tiró su cuerpo en el lugar donde un vecino la encontró. El cuerpo de Laura estaba semidesnudo, boca abajo y con signos de violencia, con marcas en el cuello y contusiones en la cabeza. A 200 metros del lugar donde la encontraron estaba la ropa que le pertenecía.
Bernardo Montoya Navarro tiene un largo historial de antecedentes criminales. Apenas llevaba dos meses fuera de prisión tras haber cumplido condena por robos con fuerza, pero también había cumplido 17 años de condena por el asesinato de una mujer. El padre del asesino ha trasladado el pésame a la familia de Laura y ha pedido perdón, alegando que «si mi hijo lo ha hecho, que lo pague».
Laura Luelmo era una joven maestra de 26 años natural de Zamora. Unos días antes de su asesinato, la joven se trasladó a un municipio de Huelva para buscar una vivienda, porque le habían asignado una plaza de suplente en el centro educativo del pueblo. Entre las 16.00 y las 18.00h de la tarde del pasado lunes, Laura salió a correr, pero nunca volvió.
