Los kurdos, con la ayuda de Estados Unidos, tomaron ayer sábado el bastión último del Estado Islámico. Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) anunciaron lo que ya adelantó Donald Trump días antes, se ha eliminado por completo el autoproclamado califato y se ha producido “una derrota territorial de Daesh al 100%”.
Sin embargo, aunque haya terminado el califato la lucha clandestina sigue presente, como ha asegurado el comandante de las FDS, Mazloum Kobani: “pedimos ayuda a nuestros aliados para empezar una nueva fase en la lucha contra los terroristas de Daesh y así eliminar por completo la amenaza local y mundial que suponen las células durmientes”, reclamaba Kobani en el discurso de victoria. Trump reiteró esta semana que dejaría “durante un periodo de tiempo” 200 soldados en Baghuz y otros 200 en otro lugar de Siria.
El último reducto del Estado Islámico se encontraba en Baghuz, en la frontera entre Irak y Siria, junto al río Éufrates. En la noche del viernes los cazas de la coalición internacional daban apoyo a las milicias en tierra que se habían lanzado a terminar con numerosos yihadistas atrincherados detrás de una colina. Según las conversaciones de WhatsApp de un soldado aliado, los últimos yihadistas se habían dividido en dos grupos, el de la colina y otro que se dirigía hacia el Éufrates. El anuncio del presidente estadounidense se confirmaba a primera hora de la mañana cuando los mandos kurdos y árabes subían al edificio más alto de las ruinas de Baghouz e izaban la bandera amarilla, símbolo de estas tropas de guerra que combaten en apoyo a la coalición internacional liderada por Estados Unidos y compuesta por 74 países, entre ellos España.
Tras dos meses de contienda y una larga noche de disparos y explosiones, se derrotaba el último feudo de Daesh y comenzaban las celebraciones. La bandera negra, símbolo del grupo yihadista, se sustituía por la amarilla. Los seguidores del Estado Islámico habían pasado de tener el control de ciudades enteras, de ingresar miles de millones de dólares con petróleo, extorsiones, robos y secuestros a refugiarse arrinconados durante dos meses en un campamento del poblado Baghouz.
Para las milicias kurdas estas batallas ponían fin a casi cinco años de contiendas, desde que en septiembre de 2014 los yihadistas invadieran Qobane, en Siria. En contraposición, este no es el fin definitivo, ya lo advierten los propios milicianos. Otro soldado aseguraba, de nuevo por WhatsApp, que “ahora toca combatir a Al Qaeda, que son primos hermanos y comparten la misma ideología radical”.
Foto: AP Photo/Maya Alleruzzo