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La lucha contra el SIDA continúa

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Lucha contra el SIDA
Fuente: Pixabay

El 1 de diciembre de cada año se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA. Un día dedicado a la divulgación, a la concienciación y a la eliminación del estigma que acompaña a aquellos que conviven con el VIH y el SIDA. Paradójicamente, este año ha coincidido la efeméride con un gran avance en la cura de este virus, por primera vez en más de 10 años un prototipo de vacuna contra el VIH ha llegado a la última fase de los ensayos. 

La primera vez que se celebró el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA fue el 1 de diciembre de 1988, y desde esa fecha el virus ha arrebatado la vida a más de 25 millones de personas en todo el mundo. El Síndrome de Inmunodeficiencia adquirido se ha convertido en una de las epidemias más destructivas de la historia, y aunque a día de hoy parezca invisible, sigue muy presente. Por esta razón es imprescindible conocer la historia de este virus, los estragos que ha dejado a su paso y la importancia que tiene encontrar una cura. Te lo contamos en InfoDiario.es.

¿Cómo surge el SIDA?

Desde los primeros diagnósticos de VIH en 1981 en Estados Unidos se ha especulado mucho sobre su origen. Se cree que el SIDA aparece por primera vez en el África Subsahariana. Las tribus de esta zona realizaban ritos con sangre de monos, los cuales contenían VIS (virus de la inmunodeficiencia de simios). A raíz de este contacto directo entre la sangre de los monos y las personas, el virus mutó y pasó a los humanos como el hoy conocido VIH (virus de la inmunodeficiencia humana). A raíz de los movimientos migratorios el virus se expandió. La llegada de africanos subsaharianos al Caribe se convirtió en una gran línea de difusión, hasta que finalmente se extendió por todo el mundo.

Oficialmente la era del SIDA empezó el 5 de junio de 1981, cuando los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos convocaron una conferencia de prensa donde describieron cinco casos de neumonía por Pheumocystis carinii en Los Ángeles. Al mes siguiente se constataron varios casos de sarcoma de Kaposi, un tipo de cáncer de piel. Pese a que los médicos ya conocían estas patologías llamó la atención su aparición conjunta en varios pacientes. Las pruebas sanguíneas que se les hicieron a estos pacientes mostraron que carecían del número adecuado de un tipo de células sanguíneas llamadas T CD4+, lo que producía un deterioro de su sistema inmunitario. La mayoría de estos pacientes murieron en pocos meses, pero gracias a su detección se inició la investigación sobre el SIDA y el VIH, y actualmente podemos acceder a mucha información sobre estas patologías.

El gran estigma del SIDA

Al principio la mayoría de los pacientes diagnosticados con esta patología eran hombres homosexuales con una vida sexual activa, lo que produjo la aparición del gran estigma que ha acompañado al VIH todo este tiempo. Aunque en un principio el sida se expandió más deprisa a través de las comunidades homosexuales, y que la mayoría de los que padecían la enfermedad en Occidente eran homosexuales, esto se debía, en parte, a que en esos tiempos no era común el uso del preservativo entre ellos, por considerarse que este era solo un método anticonceptivo. Por otro lado, la difusión del mismo en África fue principalmente por vía heterosexual.

Lo cierto, es que también la padecían los inmigrantes haitianos en Estados Unidos, los usuarios de drogas inyectables y los receptores de transfusiones sanguíneas, patrones de pacientes muy distintos. En esos tiempos las víctimas del SIDA eran aisladas por la comunidad, los amigos e incluso la familia. La gente temía acercarse a los infectados, ya que pensaban que el VIH podía contagiarse por un contacto casual como dar la mano, abrazar, besar o compartir utensilios con un infectado.

Gracias a la disponibilidad de tratamientos antirretrovirales, en los países desarrollados, las personas con VIH actualmente pueden llevar una vida normal, como cualquier enfermo crónico. Sin embargo, la historia es muy diferente en algunos países de África, Asia y Europa Oriental, donde muchas personas todavía no tienen acceso a estos medicamentos y las cifras de fallecidos continúan creciendo.

El SIDA en cifras

Las últimas estadísticas de ONUSIDA sobre el estado de la epidemia señalan que en 2019 38 millones de personas vivían con VIH. De estas 36,2 millones son adultos y 1,8 millones niños de hasta 14 años. El 81 % de todas las personas con VIH conocían su estado serológico, sin embargo, alrededor de 7,1 millones de personas desconocían que padecían esta enfermedad. Un total de 690.000 personas fallecieron a causa de enfermedades relacionadas con el SIDA en el último año. Si contamos el número de víctimas que se ha cobrado la epidemia desde sus inicios, el número asciende a 32,7 millones de personas.

En 2019, solo el 67% de todas las personas que vivían con el VIH tuvieron acceso al tratamiento. Lo que convierte la lucha contra esta enfermedad en la historia de nunca acabar. Estos datos contrastan con las inversiones del año pasado en esta enfermedad. A finales de 2019, había 18.600 millones de dólares estadounidenses disponibles para la respuesta al SIDA en los países de ingresos bajos y medianos, casi 1.300 millones menos que en 2017. Alrededor del 57% del total de los recursos destinados al VIH en dichos países en 2019 procedían de fuentes nacionales. ONUSIDA estima que se necesitarán 26.200 millones de dólares para hacer frente al SIDA este año.

¿Qué diferencia hay entre el SIDA y el VIH?

A pesar de lo extendida que está esta afección, hay mucho desconocimiento en torno a ella. Son muchas las personas que todavía no conocen las diferencias entre VIH y SIDA.

¿Qué es el VIH?

VIH son las siglas de Virus de Inmunodeficiencia Humana. Se trata de un retrovirus que ataca a cierto tipo de glóbulos blancos, concretamente, los linfocitos CD4, que son las células encargadas de defender a nuestro organismo de cualquier patógeno con el que entremos en contacto y de evitar que caigamos enfermos. Este virus provoca que la persona que lo padece tenga un sistema inmunológico más débil, y como consecuencia, sea más propensa a contraer cierto tipo de enfermedades. Tener VIH no significa tener SIDA.

¿Qué es el SIDA?

SIDA son las siglas de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirido. Una persona con VIH puede desarrollar SIDA si no recibe un tratamiento adecuado a tiempo. El SIDA es la última fase en la evolución en el organismo del VIH. Si no se trata de forma precoz se puede contraer este síndrome. Alcanzados este punto, el cuerpo se vuelve incapaz de defenderse y puede verse gravemente afecta por cualquier tipo de enfermedad.

Y… ¿qué significa ser seropositivo?

Una persona seropositiva es aquella en la que tras un análisis se detecta una cantidad de linfocitos CD4 inferior a la habitual de cualquier persona. A raíz de este diagnóstico se entiende que esa persona tiene VIH y debe someterse a un tratamiento adecuado para proteger su sistema inmunitario.

¿Cómo se contagian?

Existen tres vías de contagio: la sexual, la sanguínea y la madre/hijo.

  • Vía sexual: puede producirse cuando una persona sana tiene relaciones sexuales con penetración (anal, vaginal u oral) sin preservativo. Con un uso correcto del preservativo no tiene por qué ocurrir esta transmisión.
  • Vía sanguínea: puede producirse si se comparten agujas, jeringuillas u otros materiales que hayan estado en contacto con la sangre de una persona portadora de VIH.
  • Vía madre/hijo: esta  forma de transmisión es cada vez menos habitual gracias a los tratamientos antirretrovirales. Sin embargo, todavía existe una probabilidad del 15-30% de que una mujer infectada con VIH y sin un tratamiento correcto transmita el virus a su hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia.

La vacuna contra el SIDA que lo podría cambiar todo

Por primera vez en más de 10 años, un prototipo de vacuna contra el VIH ha llegado a la última fase de los ensayos, la tercera. Esta fase será decisiva para determinar si en el mundo real esta vacuna podría proteger a las personas frente a la transmisión de este virus. El fármaco ha sido desarrollado por Janssen. Para su creación se ha empleado la misma técnica que en su vacuna contra el COVID-19, un adenovirus modificado para que transporte al interior de las células del sujeto el ADN de sus proteínas más representativas de manera que el organismo del individuo cree anticuerpos contra ellas.

En realidad son dos vacunas las que se han desarrollado, una codificada con tres proteínas y otra con cuatro. Ambas han superado los estudios de seguridad y se ha observado la creación de anticuerpos, tal y como acredita The Lancet en su artículo sobre la vacuna. Aunque todavía queda comprobar si funcionan en condiciones reales, posiblemente la fase más complicada. El ensayo tendrá una duración de 24 a 36 meses, según el investigador de la farmacéutica, Antonio Fernández, con el fin de verificar la permanencia e intensidad de la protección. El último ensayo que consiguió llegar a esta fase, acabó en 2009 cuando se observó que solo evitaba un 30% de las infecciones.

El éxito de los tratamiento antivirales actuales hace que una pastilla al día mantenga el virus controlado y lo reduzca tanto que la persona infectado no pueda transmitirlo ahora, convirtiéndose en «indetectables o intransmisibles». Sin embargo, a pesar de lo positivo de estos tratamientos, su éxito ha frenado la investigación de una vacuna. Son muchas las dudas que se plantean alrededor de la creación de esta vacuna, como su coste, que su protección no sea muy duradera, que la respuesta no sea muy intensa o la necesidad de revacunar. Esto convierte en una tarea muy difícil su desarrollo, sin embargo, es muy importante este gran paso de la vacuna de Jansenn.

Es necesario continuar la lucha contra el SIDA

Todavía son cifras muy altas de personas que conviven con SIDA y VIH. La situación en algunos países de África o Asia es insostenible, debido a las dificultades para acceder a un tratamiento antiviral de estas personas. Por eso, en esta semana de concienciación contra el SIDA y el VIH es necesario proclamar el lema de la ONU para 2020 «solidaridad mundial, responsabilidad compartida». El SIDA sigue entre nosotros y esto nos obliga a contemplar respuestas sanitarias mundiales desde una nueva perspectiva. Es el momento de hacer uso del liderazgo para defender el derecho a la salud para todos.

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