El que fuese conocido durante un tiempo como el cocodrilo maldito de Ricla va a poder viajar por todo el mundo gracias a la Sociedad de Amigos del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza y la Asociación Filatélica Zaragozana. La colaboración entre ambas instituciones ha permitido concluir la creación de tres sellos del fósil y una colección de postales.
La intención principal de esta iniciativa es conseguir acercar el patrimonio paleontológico aragonés de una forma más original que, por ejemplo, una exposición en un museo. Ayer mismo se presentaron los sellos y las postales en el municipio zaragozano que da nombre al vertebrado. El evento, según explica para Heraldo de Aragón José Manuel Clúa, presidente de la Sociedad de Amigos del Museo, contó con la colaboración y el apoyo “de todo el pueblo”.
En 1994, con las obras del AVE, se desenterraron por casualidad y salvados in extremis el cráneo fosilizado de un cocodrilo del Jurásico y tres vértebras del cuello, el cuerpo y la cola. A partir de entonces se empezó a labrar la leyenda del Maledictosuchus riclaensis, el cocodrilo maldito de Ricla, por la imposibilidad de los investigadores de resolver los misterios que planteaban los huesos.
Finalmente, el enigma comenzó a disiparse en 2010 cuando la investigadora y licenciada en Geología Jara Parrilla inició su tesis doctoral sobre este ejemplar y otros reptiles marinos del mesozoico en Aragón. Los huesos se sometieron a un escáner TAC durante 17 horas y se revelaron datos como los ojos enormes del animal, los conductos nerviosos o las glándulas de la sal. Este último componente confirmó que en esa zona de España hubo un mar y que, efectivamente, se trataba de un cocodrilo marino, algo muy poco común hoy en día.
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