El pasado 29 de agosto, en la Parroquia de San Pedro Apóstol de Nueva Carteya y con una considerable asistencia de fieles, en una ceremonia emotiva y sencilla, quien ha venido siendo párroco de la villa durante treinta años, Don Domingo Pérez Oteros, celebró una Eucaristía de Acción de Gracias, toda Eucaristía es Acción de Gracias, por su ministerio y servicio pastoral en la localidad que, curiosamente, también le vio nacer, crecer y ahora, madurar. No todos los pueblos pueden decir que su cura lleve tantos años con ellos ni todos los curas pueden decir que han permanecido tanto tiempo en un pueblo. Menos si eres oriundo del mismo.
El todavía párroco (lo será hasta el día 3 de septiembre a las 20:30 horas cuando don Jesús Ángel Doblas Pérez en presencia del Vicario General de la diócesis de Córdoba, don Antonio Prieto Lucena, tome posesión) sintetizó en una homilía serena y breve sus tantos años de servicio a la Parroquia: tejado con una estructura sólida y nueva, construcción de una Capilla para el Sagrario, compra de una Custodia “sin el dinero del Gobierno ni del Obispado. Únicamente gracias a la ayuda de muchas personas”. Más de 1600 personas bautizadas y más de 800 matrimonios celebrados, por no glosar las veces que habrá podido escuchar en confesión las heridas del corazón de más de un carteyano, o las otras que, como padre, con una absoluta discreción, sin miramientos si son personas de misa diaria o no, ha acudido el anciano sacerdote al auxilio de más de una persona que lo necesitaba.
Subrayó el papel de Cáritas Parroquial en los tiempos difíciles de la crisis pasada, también el de las catequistas, el del Coro Parroquial, el de las Hermandades y Cofradías y el del grupo de catequesis de adultos “Con vosotros está”, cuyo fundador, Don Francisco Molina, precisamente concelebraba con el párroco. Tampoco no olvidó a Dolores Luque Espejo, la providencial ayuda para su madre Elvira (q.e.p.d.) para él y la Parroquia. Tampoco a la Virgen del Rosario “la cual me ha guiado y protegido” en todo momento.
Y también pidió perdón, sincero y muy concreto. “Perdón si alguna vez no comprendí a alguien. Yo también soy una persona”. Fue valiente, frente a aquel auditorio de más de un centenar de personas, ¡más de un centenar!, pedir perdón, reconocer que uno no es perfecto y que también se equivoca. Se precisa agallas, se requiere humildad.
“Sigo siendo sacerdote, pero ya no párroco. Seguiré siendo vuestro amigo” y precisó dónde estaba su nueva residencia como queriendo señalar dónde se le podría encontrar. Como sacerdote y como amigo, que no como párroco.
Don Domingo no deja la parroquia porque se haya jubilado. Eso ya lo hizo cuando, como todos los ciudadanos de España, llegó a su edad. Don Domingo deja, por mandato del Obispo que es al que le compete, el servicio de la parroquia, la responsabilidad del cuidado pastoral de un pueblo, tras 59 años de sacerdocio activo, es decir, casi más de 15 años después de su jubilación legal.
La ceremonia me recordó a la última celebración de Benedicto XVI cuando los cardenales, obispos, sacerdotes y fieles, aplaudieron al Pontífice de la Liturgia, el Papa alemán, durante más de 5 minutos. Los cristianos de Nueva Carteya, esos que conforman la Parroquia de una forma activa y son partícipes y testigos de su realidad, irrumpieron puestos en pie en aplausos en dos ocasiones ante el Párroco “serio y antipático”. Otros 5 minutos. Pocas y pocos son a los que se le reconoce de tal forma…
Esto no es un adiós, por supuesto. Es pasar ya, después de habernos pasado unos años, a una etapa en la que, sin dejar de ser sacerdote, se vive con la tranquilidad con la que lo hacen los jubilados que juegan al dominó y hacen sus viajes de descanso. Merecidos se los tienen.
Que don Domingo ya no sea nuestro párroco, quede claro, no significa que halla perdido su sacerdocio porque ese es eterno. Por supuesto que don Domingo seguirá celebrando la Misa y confesando. Pero ya de una forma íntima, sin perjudicar al nuevo Párroco, al ritmo de la Parroquia. Don Domingo sigue siendo sacerdote; es sacerdote.
Desde el silencio, el presbítero Pérez Oteros ha hecho muchísimas cosas buenas que sólo saben los que lo han necesitado.
Ahora le toca vivir y descansar. Y rezar. Rezar por don Jesús Ángel y por Nueva Carteya.
Gracias don Domingo.
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