Por una horrible desgracia se ha dado a conocer con mayor ímpetu si cabe Totalán y el barrio malagueño de El Palo. También el desmedido trabajo de la Guardia Civil, de los bomberos, de Protección Civil, de los mineros y de los topógrafos. Una desgracia tan dolorosa como la muerte del pequeño Julen ha despertado una solidaridad y empatía mayúscula que bien viene a caracterizar a la sociedad española. Pero lo cierto es que, ante situaciones tan dolorosas como ésta, el ser humano saca de lo mejor de sí y así lo hemos comprobado en estos larguísimos días de espera y de búsqueda. El pueblo español es solidario. Y aquellos que trabajan por nuestra seguridad y nuestra salvaguarda los mejores. Unas veces, las de más, desde el silencio, desde la incomprensión… Otras, las de menos, gracias a Dios, manifiestamente. Se merecen no solo un aplauso, sino un monumento que inmortalice de denodada labor callada. También los vecinos de Totalán y el Palo, generosos como solo lo saben ser las gentes del mar tan avezadas a la tempestividad de la mar. Se merecen el Premio Princesa de Asturias, el Nobel a la solidaridad y al trabajo bien hecho que, si no existe, bien podrían hacer por crearlo.
Y es que Julen ha sacado lo mejor de nosotros mismos. No estoy seguro de las conciencias de todos aquellos que tienen pozos ilegales o piensan construirlos, pero sí que ha sacado de lo mejor del corazón del hombre. Bien podría aprenderlo la clase política tan enfrascada en el poder, dominio e interés propio y partidista. Somos solidarios cuando nos toca serlo, héroes cuando nos toca serlo, ángeles cuando nos toca, entiendan. Y tal vez de aquí se podrían extraer muchas conclusiones: solidaridad, unidad, empatía, respeto y esperanza. Porque de nada sirve abandonar el combate cuando la batalla está recia, de nada cuando viene adversa, de nada cuando las fuerzas parecen menguar, de nada perder el más mínimo atisbo de esperanza incluso cuando las tinieblas oscurecen los rincones del alma. Porque tenemos alma.
La Diputación de Málaga ya ha hecho lo suyo: les ha concedido una mención honorífica a todo el operativo de rescate como un reconocimiento a las localidades limítrofes que más han sufrido la pérdida y muerte del niño. Se lo concede “por la gran profesionalidad, solidaridad y compromiso” con el que trabajaron en el dispositivo de rescate.
En nuestro corazón y en nuestro recuerdo, también de a quienes les compete, queda que esta gesta heroica y “suprahumana” no quede en el olvido y en el silencio. Julen somos todos. Y todos hemos sido Julen. ¡El Premio Princesa de Asturias!