La legalización de la píldora anticonceptiva en España, en octubre de 1978, marcó un antes y un después en la vida de miles de mujeres. Una revolución social que separaba placer y reproducción. Una forma privada y segura de poder decidir sobre su libertad y sus derechos. Sin embargo, más de 40 años después de su llegada, ¿qué pasa en la actualidad con la píldora anticonceptiva?
Son muchas las mujeres que toman la píldora, y cada vez en edades más tempranas, por motivos totalmente alejados de ser un simple anticonceptivo. Es común escuchar historias de todo tipo. Tener acné, desajustes hormonales que te provocan un periodo irregular o doloroso… y que, al llegar a la consulta ginecológica, la solución sea una receta con las pastillas anticonceptivas. Sin mayor investigación sobre lo que está provocando el problema. Un problema que, aunque se solventará con la toma de esos anticonceptivos durante cierto tiempo, no será solucionado.
¿Una solución para todo?
Tanto Xusa Sanz, enfermera y experta en salud hormonal, como Irene Heredia, ginecóloga y obstetra, confirman que, en muchas ocasiones, se prescribe este método hormonal demasiado rápido. «En algunos casos, para mujeres que sufran dolor menstrual severo por endometriosis, la píldora podría ser beneficiosa o por ejemplo, en mujeres con sangrados muy abundantes donde la anemia no es posible remontarla con suplementación también podría ser una buena opción», explica Xusa Sanz.
Sin embargo, en muchos casos no es así. «En el caso del ovario poliquístico no es en absoluto un tratamiento, solo van a mejorar los síntomas, pero si mientras se toman no se hace nada, una vez se suspendan los anticonceptivos volverán a aparecer«, nos cuenta Irene Heredia.
Ambas coinciden en que el problema es cuando se receta sin investigar en profundidad la causa del trastorno que está padeciendo la persona que acude al médico. «Me parece igual de peligroso demonizar la píldora como darla como solución para todo. Creo que se debe prescribir cuando es necesaria y sobre todo después de haber descartado todos los posibles problemas que producen la alteración de base», expresa Xusa.
«el problema es cuando se receta sin investigar la causa del trastorno que padece la persona que acude al médico»
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Falta de información
Por otra parte, las personas que toman la píldora anticonceptiva no siempre son conscientes de lo que ocurre en su cuerpo al hacerlo, ya que los efectos secundarios son variados: cambios de humor, sensibilidad en las mamas, dolores de cabeza, náuseas, hinchazón, sangrado intermensual, falta de libido…
«Muchas veces se recetan sin tener en cuenta la presencia de factores de riesgo como tabaco, migraña, obesidad e hipertensión que aumentan los riesgos. Y en general se suele informar poco de los efectos “menos graves” como la disminución del deseo sexual, afectación en el estado de ánimo, empeoramiento de patologías digestivas…», explica Irene.
Para ella, en parte, uno de los problemas que también entran en juego es la falta de investigación hacia problemas que afectan a las mujeres. Como ginecóloga cree que conocemos ya mucho sobre el origen y el curso de enfermedades como la endometriosis y los ovarios poliquísticos, «pero sí que faltan más estudios que impliquen tratamientos alternativos a los hormonales, como el efecto de los cambios de estilo de vida y nutrición». Una alternativa, es lo que piden muchas.
«faltan más estudios que impliquen tratamientos alternativos a los hormonales»
Xusa Sanz, como experta en ciclo menstrual y salud hormonal, también lo dice claro: «Las mujeres tenemos nuestras particularidades y hasta hace 4 días no estábamos ni presentes en los ensayos clínicos. Necesitamos mucha ciencia de la diferencia, como decía la gran endocrina Carme Valls-Llobet».
Y, además, se necesita tiempo. «Los médicos no tienen tiempo para preguntarte cómo comes, duermes, si haces deporte, si tienes problemas familiares, si padeces estrés… Si además tienen una pastilla mágica que lo soluciona todo ¿para qué se va a investigar mas?», ironiza Xusa.
Para ellas, como profesionales, la solución podría ser más tiempo en las consultas ginecológicas, más apoyo, más información y, sobre todo, educación de calidad desde etapas muy tempranas.
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