Madrid presenció ayer, por motivo del día internacional de la mujer, un espectáculo inédito y sensacional que, sin lugar a dudas, superó las expectativas de más de uno de sus asistentes. El Wizink Center madrileño acogió a grandes mujeres del panorama musical español, entre ellas Rigoberta Bandini, Pastora Soler y Nia, que versionaron algunas de las canciones más renombradas de Rocío Jurado.
El objetivo de ‘Mujeres cantan a Rocío Jurado’ era doble. Por un lado, recordar y rendir homenaje a la cantante, pionera en reivindicar, allá por los años 80, los derechos de la mujer y su papel fundamental en la sociedad española. Por otro lado, recaudar fondos para la Fundación Ana Bella, una red de mujeres supervivientes que trabaja para ayudar a aquellas que, aún a día de hoy, siguen sufriendo de maltrato o violencia de género.
Las artistas no fueron las únicas que asistieron al homenaje. Ahí estaba, también, Rocío Carrasco, la hija de la Chipionera. Después de su trascendente docuserie Rocío: Contar la verdad para seguir viva, se pudo ver a una Rocío verdaderamente emocionada durante toda la noche, a una hija orgullosa de su referente y acompañada del calor de un público que, bajo el lema «¡Yo si te creo, Rocío!» le mostraba su apoyo ante la avalancha de críticas que ha recibido durante tantos meses.
Un inicio lleno de reivindicaciones
La primera en pisar el escenario fue la presentadora y actriz Yolanda Ramos. Antes de comenzar la ronda de actuaciones, se sinceró ante La Jurado, dirigiéndose directamente a ella: «Rocío: hay muchas más a las que les hubiera gustado estar aquí y no han podido», le explicaba emocionada. «¿Que por qué? Porque las han matado».
Después de su conversación con «la más grande», se dirigió a las mujeres presentes con el siguiente mensaje: «Mujeres: el límite que nos separaba del exterior nos lo han desdibujado para poder entrar dentro de nosotras, pero nos vamos a volver a dibujar. Vamos a volver a dibujar los límites que borraron a nuestras madres, a nuestras abuelas. Y cada vez que nos miremos en un espejo, que sepamos decir: yo soy, yo estoy».
Actuaciones para recordar: de Nia Correia a Pastora Soler y Rigoberta Bandini
Isabel Giménez y Mercedes Milá, las presentadoras más destacadas de la noche, dieron por fin paso a las ansiadas actuaciones de las artistas. La primera llegó de la mano de Nía Correia con una versión del Como yo te amo. A esta la siguieron Sole Giménez, con su versión de Como una ola y Pastora Soler, con Se nos rompió el amor, ambas fuertemente aplaudidas por el público.
Nia interpreta Como yo te amo en el concierto ‘Mujeres cantan a Rocío Jurado’
Más adelante, y con el objetivo de dar paso a Lorena Gómez con su versión de Vibro (una canción que reivindica la normalización de la sexualidad femenina), Mercedes Milá optaría por sacar y presumir de un satisfyer, algo que sin duda regaló uno de los mejores momentos de la noche.
A continuación, llegó el turno de Ruth Lorenzo. Esta consiguió revolucionar al público con un himno que rechaza el amor romántico: Muera el amor. La murciana, que había aparecido con una rosa en el escenario, no tardó en romperla en pedazos. Una imagen que impresionó a los espectadores y llenó de fuerza el mensaje de la canción.
La exrepresentante de Eurovisión no quiso perder la oportunidad de denunciar el estancamiento de la industria musical en términos de igualdad: «Las mujeres que tenemos una voz firme damos miedo. Lo que ocurre es que tenemos las ideas claras», afirmaba.
Sole Giménez interpreta Como una Ola en el concierto ‘Mujeres cantan a Rocío Jurado’.
Llegaba el turno Lola Vendetta con Ese hombre, una crítica explícita a la masculinidad frágil que defendió con espada en mano. Sofía Ellar interpretó Por qué me habrás besado, Ana Guerra, Señora; Edurne, Mi amante amigo y Tanxugueiras Si amanece.
Por si esto fuera poco, y para sorpresa de muchos, cantantes como Beatriz Luengo se atrevieron a añadir toques más modernos a algunas canciones que versionaron, entre la que se encuentra la versión más trapera de La bien pagá.
Cuando parecía que la noche no podía ir a mejor, entró en escena la influencer y sexóloga Noemi Casquet junto con la modelo Laura Sánchez, encargada de presentar Lo siento, el de Rocío Jurado que indaga en el tema del placer sexual no correspondido y que interpretó Rigoberta Bandini. Ambas presentadoras reivindicaron la necesidad de implantar una educación sexual accesible a todos, entre otras cosas, para evitar que muchas mujeres se vean obligadas a fingir orgasmos o a conformarse con relaciones que no las llena, por simple presión social y cultural.
El momento culminante del concierto llegó después. Rigoberta Bandini, la artista del momento, volvió al escenario y puso a todo el mundo en pie con la canción que la llevó a lo más alto en el Beniform Fest: Ay Mama. Este tema, a diferencia del resto de las canciones de la noche, es propio de la cantante y, apoyándose en el doble significado de la palabra mama, pretende homenajear a las madres y reivindicar la normalización del pecho femenino. El TETACAM, una alternativa más moderna a la típica Kiss Cam, siguió cada movimiento de un público cada vez más eufórico por la canción que repetía la frase ‘no sé porque dan tanto miedo nuestras tetas’ a pleno pulmón.
El legado del evento
Tanto las presentadoras como las artistas del evento no dejaron de recordar algunas de las múltiples formas en las que el machismo y la desigualdad siguen afectando a la mujer a día de hoy. Se recalcó la existencia de una brecha salarial entre géneros y del techo de cristal, una falta de normalización de la sexualidad y del cuerpo de la mujer y el recuerdo de las víctimas mortales que todavía hoy, desgraciadamente, sigue dejando la violencia machista: ‘ni una mujer menos, ni una víctima más’.
A pesar de ello, se quiso hacer hincapié en el papel y la importancia que había tenido Rocío Jurado en la apertura de un camino hacia una sociedad más feminista, más igualitaria; una mujer a la que algunos, aunque no exentos de polémica, se atrevieron a llamar, «la primera influencer feminista de España».
Y, ¿qué nos llevamos de este evento? Por un lado, beneficios suficientes para sustentar el proyecto de Ana Bella y así poder ayudar a aquellas «mujeres que están siendo hundidas a que acaben siendo supervivientes poderosas»; por otro lado, una sensación de unión intergeneracional entre todas aquellas mujeres que, tanto en el pasado como en el presente, luchaban y luchan por un mismo objetivo: la igualdad.
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