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Rocío Jurado: feminista, valiente, rompedora y sola

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Rocío Jurado: feminista, valiente, rompedora y sola

La más grande no es un epíteto que se le asocie a cualquiera. La mejor voz femenina del siglo XX -premiada en Nueva York-, la presencia en los escenarios y su puesto dentro del mundo musical la convirtieron en un legado. Su fallecimiento el 1 de julio de 2006 a los 61 años por cáncer de páncreas no ha apagado su llama. La figura de Rocío Jurado sigue viva. Pese a conocer su aspecto más profesional y personal, todavía quedan muchos puntos que detallar.

El pasado jueves por la noche, La 1 de TVE emitió un nuevo episodio del programa Lazos de Sangre. Haciendo repaso de la trayectoria profesional y familiar bajo el título «La saga de Chipiona», varios periodistas, familiares y amigos de la artista repasaron su vida. Contaron algunos hechos desconocidos por el momento de una artista que fue, entre otras cosas, defensora de la mujer «en tiempos de hombres». Ortega Cano, Mercedes Milá, Gloria Camila, Lola Flores o Jesús Mariñas fueron algunos de los que explicaron en el programa secretos. El programa fue líder de la noche con un 14,4 % de share.

Rocío Jurado se adentró poco a poco en el mundo de la copla, siempre calificado de ser «más de hombres». Fue una de las mujeres en cantar por primera vez letras consideradas por entonces tabú, hablando del sexo y del poder femenino. Ella era consciente. «Lo que ocurre es que si se ha cantado, lo ha hecho un hombre, nunca una mujer», explicaba.

La Jurado vistió siempre como quiso (o la dictadura le permitió). En la actuación de la canción Tengo el cuerpo empapado, la Jurado llevaba un escote. Por ese hecho, «la mujer de un ministro franquista llamó en ese momento a TVE para decir que era una vergüenza«. En otración, en un programa de televisión, la presentadora le preguntó «¿Me puede decir su talla de sujetador?», a lo que ella contestó «¿Por qué te lo voy a decir? No, no. El único sujetador que me importa es el mental, que era el que tú te tenías que poner para no hacerme esas preguntas».

La cantante Rocío Jurado durante un concierto
JJB / © KORPA

Rompió las reglas. En plena dictadura. En una época donde el movimiento feminista no había comenzado, ella declaró en una entrevista: «soy feminista, no soy detractora del hombre, para nada. Soy defensora de la mujer, que es diferente». De la misma manera, tajante y sin tapujos, afirmó ser «rotundamente partidaria» del divorcio. De hecho, recurrió a él para finalizar su relación con su primer marido, el boxeador Pedro Carrasco.

«¡Pero cómo voy a frenarme!», explicaba cuando le preguntaban sobre las actuaciones en el escenario y su forma de vestir, muy «modernista» para la época. «Yo pienso que mi destape ha sido más artístico que corporal. Yo pienso que el destape es mucho más importante si es mental», decía ante un atónito Lauren Postigo.

Fue abierta y sincera con temas de los que no se hablaban. «No he podido, de verdad, tener otro hijo. Aunque cueste decirlo, las mujeres que nos dedicamos a esta profesión, por eso hay muchos menos ídolos mujeres… hay muchos más ídolos hombres, tenemos que programar a los hijos. Es una cosa muy triste pero es así». Como Ortega Cano explicaba, «Rocío se adelantaba a los tiempos».

La valentía derrochada por la chipionera desde sus inicios era destacable. Ya en su adolescencia tuvo que decidir entre marcharse a Madrid para comenzar su carrera profesional o quedarse en su localidad natal. Hizo incluso una (aparente) huelga de hambre para que su padre la dejara ser cantante.

Se casó dos veces, pero su verdadero amor fue otro. El empresario Enrique García Vernetta, actualmente en una residencia, fue el gran amor de la chipionera. A día de hoy sigue conservando dos fotos que Rocío le regaló antes de ser artista. «Te quiero, Rocío», suspira mientras las besa. Jurado afirmaba que si no se casaron fue porque ella «era muy joven». En un segundo, la vida puede dar un giro por completo. Eso le podría haber pasado a García Vernetta cuando la llevó en una ocasión al aeropuerto. Rocío le contó «que su matrimonio era un desastre». Le dijo que parara el coche y le comentó «da la vuelta que nos vamos». El empresario, ahora arrepentido por no haberle hecho caso, asegura haberse sentido «imbécil y cobarde».

Jamás repitió un traje sobre los escenarios. Estuvo más de un año sin hablarse con Raphael porque en América conocían la canción Como yo te amo a través del cantante y no de ella. Cantó sobre el escenario de todo: desde la copla hasta el pop. Mantuvo a una familia unida que, tras su muerte, empezó a fragmentarse. Pidió una fortuna por cantar para Pedro Almodóvar en Tacones lejanos. Decidió sus canciones y su ropa. En el 2005, hizo una gala bajo el nombre ‘Rocío… siempre’, un autohomenaje en el que interpretó sus canciones junto a varios artistas. Se encontraba fatal pero era consciente de que podría ser su último concierto. Había pausas de diez minutos y continuaba. No se rendía.

En sus últimos años de vida, cuando ya el cáncer estaba desarrollado, seguía manteniendo la esperanza. «Nunca dijo que se iba a ir, nunca, ni pensó en ello. Fue muy valiente», asegura Ortega Cano cuando ya se vaticinaba la muerte. El día de su entierro, al que asistieron más de 10 000 personas, María Teresa Campos expresaba: «hasta el último momento ha querido luchar».

Se nos rompió el amor, El punto de partida, Como una ola, Como las alas al viento… todas las canciones tenían su historia detrás. Pero la canción con la que más se identificó y representó a la chipionera fue Sola. «Sola/Necesito estar sola/sola yo con mis penas», dice la letra. «Esta canción… ¡Esta es mi vida!», asegura su compositor, que cuando se la mostró a la Jurado «se metió por ahí y la vi llorando, de verdad». Llenó teatros, recintos, vendió millones de discos… pero la más grande quería estar sola.

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