Este viernes se han reunido en Moscú el representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, y el ministro de asuntos exteriores ruso, Serguéi Lavrov, tras la reciente condena del opositor ruso Alexéi Navalny a tres años y medio de prisión.
El pasado 17 de enero, el opositor ruso Alexéi Navalny, regresaba a Moscú cinco meses después de sufrir un envenenamiento, del que acusa directamente a las autoridades rusas. Poco después de aterrizar en el aeropuerto moscovita Sheremétievo, la Policía lo detuvo en el control de pasaportes y no permitió que le acompaña su abogado.
Bajo el pretexto de haber violado los términos de la libertad condicional de la sentencia suspendida por malversación de fondos, ha permanecido bajo custodia hasta el 29 de enero.
Mientras tanto, varios colaboradores del líder opositor, entre ellos su hermano, eran detenidos en el aeropuerto moscovita de Vnúkovo, donde estaba previsto el aterrizaje del avión que traía de vuelta a Navalny. Las autoridades habían desplegado un amplio dispositivo policial en el aeropuerto de Vnúkovo, pero a última hora se produjo un cambio de destino «por causas técnicas» según la compañía aérea Pobeda. Así, los periodistas que esperaban al líder opositor no tuvieron tiempo de desplazarse. La abogada, política, activista y miembro de la Fundación Anticorrupción, Liubov Sóbol, también detenida, ya había advertido de la posibilidad de que las autoridades rusas movieran sus hilos para evitar el recibimiento de Navalny.
Fraude, blanqueo, libertad condicional, envenenamiento y detención
En 2014 Alexéi Navalny y su hermano Oleg fueron condenados de fraude y blanqueo de capitales, tras ser acusados del robo de 26,7 millones de rublos de la empresa de perfumería Yves Rocher Vostok, de otros 4,4 millones de rublos de una empresa de procesamiento de pagos electrónicos, y el blanqueo de 21 millones de rublos a través de compañías ficticias. Mientras que a Alexéi Navalny se le estableció una pena suspendida de 3,5 años de prisión, su hermano Oleg tuvo que ingresar en la cárcel, de la que salió en 2018. La condición para que la condena suspendida no se convirtiera en real era la obligación de presentarse regularmente ante las autoridades.
Sin embargo, el pasado 20 de agosto, cuando Nalvany volaba de Siberia a Moscú, sufrió un envenenamiento que le obligó a aterrizar en la ciudad de Omsk. Allí, se le indujo el coma y fue evacuado a Alemania, donde los científicos hallaron restos de Novichok, un agente nervioso controlado por el Gobierno y desarrollado por la Unión Soviética en los años 70 y 80. Ya entonces su secretaria de prensa declaraba que no era la primera vez que un suceso así ocurría en torno a Nalvany: «Hace un año, cuando Alexei estaba en el centro de detención, fue envenenado. Obviamente ahora le hicieron lo mismo».
Al haber estado ausente para recibir tratamiento después del envenenamiento, no pudo cumplir con la obligación de presentarse ante las autoridades. Se le acusó de haber violado los términos de su libertad condicional y el pasado martes 2 fue condenado a tres años y medio de prisión (aunque se le restará de la pena los diez meses de arresto domiciliario).
¿Por qué es tan importante Alexéi Nalvany?
La condena del opositor ruso es fundamental teniendo en cuenta que Nalvany lleva años siendo el mayor opositor de Putin a través de sus campañas de denuncia de corrupción de su Gobierno. Es el rostro bajo el que podría agruparse una oposición desmembrada y poco ruidosa.
En las elecciones de 2011, Nalvany ya describió al Partido de Putin como una fuerza de “delincuentes y ladrones”, y la televisión rusa se refería a él como «títere de Occidente».
Llegó a presentar su candidatura presidencial en 2016, pero sus sospecha de que no le dejarían presentarse se cumplieron. En 2017, tras liderar una manifestación contra el gobierno recibió una condena por presuntos delitos económicos. Puesto que la ley rusa prohíbe las candidaturas de personas condenadas, quedó fuera de las elecciones de 2018.
Durante las últimas semanas se han celebrado manifestaciones en contra de la detención de Alexéi Navalny en diferentes ciudades del país, que se han saldado con miles de detenciones. Las últimas protestas han sido fruto de la condena impuesta contra el opositor este martes.
La respuesta firme de Moscú
Tanto Estados Unidos como varios gobiernos europeos han exigido la liberación de Navalny, pero Moscú rechaza las condenas internacionales, así como las acusaciones de implicación en su envenenamiento. En su rueda de prensa anual con medios de todo el mundo, Putin reconoció que los servicios secretos rusos vigilaban al opositor porque “colabora con la inteligencia occidental en contra de Rusia”, pero niega que lo envenenaran, alegando que “si hubieran querido hacerlo, habrían ido hasta el final”.
Este martes ante la llegada de Josep Borrell, representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, que se producía hoy, el Gobierno advertía que no aceptaría lecciones de la Unión Europea (UE) sobre la condena del opositor ruso Navalny. Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, sostenía ante la prensa que «Estamos dispuestos a explicarlo todo de manera paciente y consecuente, pero no tenemos intención de reaccionar ante ciertas declaraciones aleccionadoras y tampoco pensamos tenerlas en cuenta». Peskov subrayó, además, que en caso de producirse algún sermón, este sería interpretado como una violación de la política doméstica rusa. «Los diplomáticos no deben inmiscuirse en los asuntos internos de Rusia y, menos aún, realizar acciones que puedan ser interpretadas como un intento de presionar a la Justicia».
Borrell, por su parte, ha afirmado que «la politización de los asuntos judiciales es inaceptable» y que la condena del opositor ruso «va en contra de los compromisos internacionales de Rusia sobre el Estado de Derecho y las libertades fundamentales». Además, ha pedido la libertad de los seguidores de Navalny detenidos en las últimas semanas.
Frente a este último asunto, Serguéi Lavrov, ministro de exteriores ruso, se ha defendido haciendo alusión a los casos de brutalidad policial en Estados Unidos y en la Unión Europea. Lavrov ha tratado, incluso, de establecer un paralelismo entre las denuncias europeas sobre Navalny y los presos independentistas en España. El ministro ha señalado que “los líderes independentistas catalanes están en prisión por organizar un referéndum”, siendo esta «una decisión que la justicia española no ha revocado» pese a que «los tribunales de Alemania y Bélgica han fallado en contra» (en realidad, los dictámenes de estos países se refieren a las condiciones de la extradición, no a la condena). «España ha defendido su sistema judicial y ha pedido no dudar de sus decisiones. Eso es lo que queremos de Occidente en términos de reciprocidad», reafirmaba Lavrov.
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