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Olaf Scholz es investido como el nuevo canciller de Alemania poniendo fin a 16 años de Merkel

El acto supuso el pistoletazo de salida de un gobierno de coalición entre socialdemócratas, verdes y liberales

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Olaf Scholz jurando su cargo en el Bundestag canciller alemania
Olaf Scholz jurando su cargo de canciller de Alemania en el Bundestag // Página oficial del Bundestag alemán

El pasado miércoles el Bundestag alemán celebró un acto de despedida a Angela Merkel. La ya excanciller recibió una ovación y aplausos durante varios minutos por parte de casi todo el hemiciclo -salvo de la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD)-. A continuación, el líder del partido socialdemócrata (SPD), Olaf Scholz, fue investido como el nuevo canciller de Alemania, poniendo de esa manera punto y final a 16 años continuados de gobierno de la CDU y cerrando la era de Merkel.

De ese modo, la “dama de hierro” de Alemania se ha convertido en una de las personas que más tiempo ha ocupado la cancillería germana, sin superar a su mentor Helmut Kohl por unos pocos días. Líder de Alemania durante más de una década, la personificación de la Unión Europea y a veces considerada “la mujer más poderosa del mundo”, Merkel ha dejado un hueco muy grande que llenar, y Olaf Scholz ha cogido el testigo.

El acto de despedida de la querida líder alemana también ha supuesto el pistoletazo de salida del insólito gobierno de coalición de Scholz. Alemania, al contrario que España, no es extraña a gobiernos de coalición: desde 1949 siempre ha habido gobiernos de coalición, generalmente de la CDU o del SPD junto a los liberales del FDP (salvo un mandato del SPD con los Verdes entre 1998 y 2005, considerado el período más progresista de Alemania).

En ocasiones, para no tener que depender de partidos más pequeños, se han llegado a formar gobiernos entre la CDU y el SPD, la llamada “Gran Coalición” (como el último gobierno de Merkel). Sin embargo, las elecciones del pasado septiembre cambiaron el panorama político alemán. Partidos minoritarios como el FDP o Los Verdes habían crecido lo suficiente para ser determinantes en la creación del nuevo gobierno, y los grandes partidos no estaban dispuestos a reeditar la Gran Coalición de la legislatura anterior, así que había que llegar a acuerdos con los nuevos partidos determinantes. Además, por primera vez en la historia de Alemania, la única forma de que dieran los números para formar gobierno era una coalición tripartita, en vez de la tradicional coalición bipartidista. Así, tras semanas de negociaciones, se llegó a un acuerdo para que el nuevo gobierno alemán sea el de la llamada “coalición semáforo”: socialdemócratas, liberales y verdes.

Composición del nuevo Gobierno alemán

Como el SPD fue el partido más votado en las elecciones, los socialdemócratas ocuparán la cancillería (de la mano de Olaf Scholz) y 7 ministerios. Uno de ellos es el temido ministerio de Sanidad, que dirigirá el reputado epidemiólogo y parlamentario socialista Karl Lauterbach, cuyas medidas restrictivas y llamadas a la cautela respecto a la pandemia de COVID-19 le han supuesto estar en el punto de mira de negacionistas y antivacunas. Al ministerio de Sanidad se le suman Defensa (Christine Lambrecht), Vivienda (Klara Geywitz), Cooperación al Desarrollo (Svenja Schulze), Trabajo y Asuntos Sociales (Hubertus Heil), Asuntos Especiales (Wolfgang Schmidt, que además será el Jefe de la Cancillería) e Interior (Nancy Faeser).

Los Verdes, como segundo partido de la coalición más votado, ocuparán la vicecancillería y 5 carteras ministeriales. Annalena Baerbock, la candidata a la cancillería, será la nueva ministra de Exteriores, mientras que el otro líder de Los Verdes, Robert Habeck, será el vicecanciller y además dirigirá un nuevo “superministerio” de Economía y Protección del Clima. Los otros ministerios en manos de los ecologistas son Medioambiente (Steffi Lemke), Alimentación y Agricultura (Cem Özdemir) y el ministerio de la Familia, Tercera Edad, Mujeres y Juventud (Anne Spiegel).

Finalmente, los liberales del FDP estarán al cargo de 4 carteras ministeriales. Christian Lindner, el líder de los liberales, consigue su sueño de ser Ministro de Finanzas (cargo ocupado por Scholz en la anterior legislatura). Además, ocuparán los ministerios de Justicia (Marco Buschmann), Educación e Investigación (Bettina Stark-Watzinger) y Transporte y Digitalización (Volker Wissing).

Planes del nuevo Gobierno de Alemania

¿Qué se puede esperar?

A pesar del cambio de siglas, no se espera que el nuevo gobierno sea una ruptura brusca con la hoja de ruta marcada por Merkel. De hecho, ese es uno de los motivos por los que Olaf Scholz ganó las elecciones: al ser vicecanciller y Ministro de Finanzas del gobierno anterior, muestra un perfil continuista con las políticas merkelianas. Pero al mismo tiempo, como líder de los socialdemócratas, ofrece una oportunidad de cambio, de algo distinto, aunque sea moderado.

Por otro lado, al ser un gobierno a tres bandas con posiciones políticas distintas, no sería raro ver tiranteces entre socios de la coalición en el futuro y duras negociaciones a la hora de sacar adelante la legislación acordada.

De hecho, ya ha habido roces dentro de los propios partidos. En el seno de los Verdes, por ejemplo, hubo una pugna para ver quién salía beneficiado en el reparto de sus 5 ministerios: el ala izquierdista o el ala moderada. Al final se acabaron imponiendo los moderados 3 a 2.

Además hay otro factor a tener en cuenta: a la hora de formar suparte del gabinete, Scholz ha rescatado a 4 ministros socialdemócratas del gobierno anterior. Con el nuevo canciller, ya son 5 las figuras del SPD que repiten en el gobierno de la nación, mientras que para los verdes y los liberales ésta es su primera experiencia en el gobierno nacional. Por lo tanto, la facción de Scholz contará con ventaja a la hora de navegar la burocracia germana y cumplir sus objetivos.

En términos económicos, la “coalición semáforo” no implantará políticas demasiado ambiciosas debido a que los liberales controlan el ministerio de Finanzas y frenarán cualquier intento de “giro a la izquierda”. La elección de Christian Lindner como el máximo titular en materia económica ha causado recelos en la UE debido a que su defensa de políticas fiscales austeras podrían comprometer el Fondo de Recuperación COVID y los fondos Next Generation. Aunque ha calmado las preocupaciones comunitarias al avalar el Fondo de Recuperación, Lindner ha prometido que no habrá subidas de impuestos y que Alemania volverá a las normas fiscales estrictas a partir de 2023.

El mayor cambio podrá verse en materia de diplomacia y política exterior. Frente a una Merkel pragmática y moderada que evitaba el conflicto, el nuevo gobierno tendrá una línea más dura, directa y dispuesta a la acción en materia internacional, sobre todo con Baerbock al mando de Exteriores.

Los Verdes han sido muy críticos con Rusia, especialmente respecto al polémico gaseoducto Nord Stream 2, que conectará directamente Rusia y Alemania para proveer de gas ruso al país germano. También serán más tajantes con la vulneración de los derechos humanos en China, y en el ámbito europeo, tolerarán menos las derivas autoritarias y los pulsos a la UE de países como Polonia y Hungría.

Hablando de Europa, al retirarse el mayor valedor de la Unión Europea de los últimos 16 años, se da por hecho que habrá un período de reajuste por parte de Alemania y habrá un vacío de poder que otros países podrían aprovechar para ocupar. El principal beneficiado podría ser Francia. Como la otra mitad de la bicefalia franco-germánica de la UE, Macron podría fácilmente erigirse como la nueva cara visible de la UE en este período de transición.

Su marcado carácter europeísta y el hecho de que Francia ocupará la presidencia rotatoria del Consejo de la UE a partir de enero ayudarían a cumplir esta ambición. Sin embargo, hay otros actores que podrían tener un papel más protagonista. Con la llegada de la pandemia de COVID 19, países mediterráneos como Italia y España sufrieron con mayor intensidad las primeras olas, tanto en términos humanos como económicos.

A raíz de ésto, estos países hicieron un frente común para impulsar desde las instituciones europeas un fondo de recuperación para paliar los estragos económicos del virus y evitar que se aplicaran políticas de austeridad que castigarían en mayor proporción a los países del Sur. Esta propuesta les valió un enfrentamiento con el bloque de los llamados “países frugales” (como Austria, Países Bajos o Dinamarca) pero al final el grupo de los 27 aprobó la medida.

En este contexto, España podría tener un mayor papel protagonista en la Unión apoyada en el carisma del presidente Pedro Sánchez, los bajos niveles de euro-escepticismo comparado con otros países miembros y la popularidad de algunas de sus medidas como el Fondo de Recuperación COVID o la Ley Rider, que la Comisión Europea planea adaptar para acabar con los falsos autónomos.

Hablando estrictamente de las políticas pactadas, algunas de las propuestas estrella plasmadas en el acuerdo de gobierno de la coalición son subir el salario mínimo, legalizar la marihuana para uso recreativo, construir 400.000 nuevas viviendas al año, bajar la edad mínima para votar a los 16 años, acelerar la transición ecológica, destinar un 3,5% del PIB a investigación y desarrollo o digitalizar y modernizar la infraestructura germana.

La titular de Interior ha prometido combatir el extremismo de derecha, al que considera “la mayor amenaza del país”. El gobierno, con el fin de controlar la pandemia, también ha acordado establecer la vacunación obligatoria a toda la población en febrero. Todo un desafío en un país que cuenta con un gran movimiento negacionista y antivacunas y donde el porcentaje de población con pauta completa ronda el 68%. También se ha acordado una batería de leyes LGBTQ: facilitar la transición legal del colectivo trans, prohibir las terapias de conversión en toda instancia, permitir que los hombres gays y bisexuales puedan donar sangre como cualquier otro ciudadano y compensar a las víctimas trans de esterilización forzosa.

A pesar de su corta vida, el gobierno de Scholz ya ha echado a andar. Su primera medida fue aprobar la subida del salario mínimo de 9,60 a 12 euros la hora. Por otro lado, Annalena Baerbock ya ha realizado su primer viaje oficial como recién estrenada ministra de Exteriores. El jueves visitó París, Bruselas y Varsovia, mostrando así las prioridades del gobierno de Scholz en materia internacional: reforzar la cooperación del eje franco-alemán, recordar la intención de Alemania de seguir siendo el líder no oficial de la Unión Europea y tener un papel más activo en la oposición frente la deriva autoritaria de países como Polonia.

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