Justin Trudeau ha ganado las elecciones en Canadá este lunes. El líder del Partido Liberal (PL) ha sido reelegido como primer ministro del país, pero su victoria no será suficiente para gobernar en solitario. Lastrado por varios conflictos, el PL de Trudeau ha conseguido, según los resultados provisionales, 156 de los 338 diputados de la Cámara Baja del Parlamento. Son 14 menos de los necesarios para gobernar sin el apoyo de otros grupo políticos y 28 menos de los que consiguió en las pasadas elecciones.
Aunque la diferencia de escaños es considerable -el Partido Conservador tendrá 122 diputados-, Andrew Scheer, el líder de los azules, ha ganado el voto popular por la mínima, es decir, recibieron más votos que los liberales. En su discurso, Trudeau aseguró que gobernaría para cada uno de los que no le han votado también. Pero como Canadá no tiene tradición de formar Gobiernos en coalición, Trudeau tendrá que entenderse con otros partidos para aprobar presupuestos y gobernar en minoría. En la oposición tendrá al Nuevo Partido Democrático (25 escaños), los Verdes (3), y el Bloque Quebequés, que consiguió doce escaños más que en la pasada legislatura (32).
Empatados en las encuestas, Andrew Scheer no ha conseguido el impacto mediático que tuvo Trudeau, un icono liberal que ha sido acusado de hipócrita en numerosas ocasiones tras no cumplir sus promesas. Su mandato nació bajo la expectativa de una «revolución progresista» que le ayudó a consolidarse en el Gobierno en pleno auge de movimientos populistas de derechas. Frente a Trump, Bolsonaro o Salvini, Trudeau defendía la inmigración, la lucha contra el cambio climático y el feminismo. Hijo del histórico Elliott Trudeau, el Primer Ministro que refundó el Canadá moderno, Trudeau creció viendo en su casa a líderes como Margaret Thatcher. Su vocación de poder es casi genética.
Promesas incumplidas
Durante su mandato, la economía canadiense ha crecido a niveles estridentes, y la tasa de desempleo ha bajado al mínimo en 40 años (5.7% en agosto). Los sueldos crecen el doble que los precios. Pero, para John Wells, analista de McLean, «las promesas fueron tan elevadas, que resulta muy evidente todo lo que no ha cumplido». Su gobierno ha aprobado una tasa al carbono, ha subido los impuestos a los más ricos, reducido la pobreza, legalizado la marihuana y acogido a miles de refugiados. También consiguió renegociar el tratado comercial norteamericano (antiguo Nafta) con Donald Trump. Pero a principios de 2017 incumplió su promesa al descartar una reforma electoral, porque la actual favorece a su partido.
En julio de este año nacionalizó el gran oleoducto Trans-Mountain para asegurar su expansión y «equilibrar el cuidado medioambiental con la extracción de petróleo», uno de los pilares económicos del país. Pero sus seguidores ecologistas, que coinciden con sus votantes jóvenes, se sintieron traicionados. El punto de inflexión, sin embargo, vino a principios de este año, Trudeau y varios de sus ayudantes fueron acusados de interferir en las investigaciones sobre presuntos sobornos a cargo de la entonces ministra de Justicia en el caso SNC-Lavalin, una empresa de ingeniería de Montreal. La ministra, Jody Wilson-Raybould, acabó dimitiendo.
Foto: Macleans.ca
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