El Carnaval de Venecia, el de Cádiz, el de Río de Janeiro… Son muchos los puntos del globo que representan la icónica festividad que consiste en disfrazarse en comunión. ¿Quieres conocer los orígenes de un evento tan divertido como lo son los carnavales? Pues sigue leyendo…
Las antecesoras, bacanales y saturnales
Desde tiempos inmemoriales, el ser humano se ha reunido para celebrar juergas llenas de color y ropajes variopintos. Los romanos organizaban en su tiempo guateques en honor a los dioses Saturno (saturnales) y Baco (bacanales) en las que se permitía todo tipo de desmadre. Para evitar ser descubiertos realizando cualquier actividad vergonzosa, los romanos cubrieron sus rostros con máscaras.
El inicio de la Cuaresma
Siglos más tarde, allá por el Medievo, las gentes se congregaban para celebrar el inicio de la Cuaresma. Durante este espacio de 40 días, los católicos debían evitar comer carne dado que esta representaba el cuerpo de Cristo crucificado. De esta forma, los festejos relacionados con esta cuestión adoptaron como nombre la expresión en latín «carnem levare», es decir, «quitar la carne». También en este periodo los asistentes a estas juergas vestían disfraces para ocultar su identidad en caso de que la diversión se les fuera de las manos.
Tradición con tintes venecianos
Uno de los lugares en los que esta tradición comenzó a despuntar fue Venecia, donde los muchos aristócratas que poblaban la ciudad se enfundaban disfraces que les permitían pasar desapercibidos y mezclarse con el resto del pueblo. De esta forma, los gobernantes podían conversar de manera anónima con sus súbditos y descubrir qué pensaban de ellos.
No obstante, cuando las tropas de Napoleón llegaron a la localidad, los carnavales fueron prohibidos por miedo a conspiraciones. Muchos años más tarde, el Carnaval de Venecia regresaría a sus calles, siendo declarado como fiesta nacional en 1979.
Los orígenes de los carnavales no provienen de una única cultura, dado que esta es una festividad que surge tras la mezcolanza de varias tradiciones y costumbres que han ido variando según el tiempo y lugar. Sin embargo, hay algo que todos los carnavales del globo comparten: el fulgor de unas calles repletas de gentes vestidas con sus mejores disfraces.
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