Eran muchos los sondeos que afirmaron que el Partido Popular de Casado perdería bastantes escaños en las elecciones generales del pasado 28 de abril. Pero, desde luego, no se esperaban, para nada, los 66 que finalmente consiguieron. Es el peor resultado de la historia del Partido Popular desde 1989 -cuando Aznar consiguió 107 escaños-. En Génova, 13 no había nadie. Tan solo una decena de personas se reunieron en la puerta con banderas de España, maldiciendo cada escaño que Unidas Podemos o PSOE conseguía. El silencio era el protagonista. El dirigente del partido y sus compañeros estaban «digiriendo la situación», según fuentes internas del PP contaron a Infodiario.es.
Por la puerta pasaron varias personas gritando: «¡Viva Vox!», con la bandera de España atada al cuello, camino a Colón, que está tan solo a unos metros de la sede del PP. Un joven de unos 18 años esperaba junto a su novia en la puerta: «Llevo en el Partido Popular desde los 14 años [solo se puede militar una vez alcanzada la mayoría de edad]. Llevo toda la vida en el Partido Popular y nunca había vivido nada así. Estos resultados no pueden ser verdad», contó. Los andamios de las cámaras que había alrededor de la sede no pudieron grabar más que la tristeza y la rabia de aquellos que esperaban, fieles, a su líder. Pero Casado no salió al balcón. No podía, porque, aunque fuentes del PP confirmaron que no estaba resentido con los resultados porque «las encuestas ya reflejaban una pérdida de voto», acababa de perder más de la mitad de escaños en unas elecciones que él mismo obligó a convocar.
La tensión se palpaba en el ambiente y, aunque los medios no pudimos tener contacto más que con dos personas de la cúpula del PP, era notorio, en sus caras, en su expresión y en su forma de hablar, que no esperaban tal batacazo. Echaron la culpa a Vox, que había fragmentado el voto de la derecha, y en parte es cierto. «Ciudadanos ha actuado de refugio de aquellos que temen a Vox», afirmaron. Pero también culparon a la fecha de las elecciones. Lo dijo Casado en su comparecencia: «la campaña ha sido compleja, principalmente porque estamos a un mes de unas autonómicas, y hemos tenido la Semana Santa. Probablemente lo han hecho así para mejorar los resultados del partido que estaba en el gobierno». Ninguna autocrítica. De hecho, afirmaron que «la responsabilidad de los resultados no es solo de los partidos, los ciudadanos también la tienen», en un intento de dar (ahora) esa libertad positiva tan anhelada por algunos.
Casado compareció (por fin), pero dentro. En una sala con militantes con caras largas y pulseras de España, pero sobre todo, con prensa, mucha prensa. Antes de que llegara, todo era silencio. Nadie hablaba. Solo se escuchaba el ruido de las cámaras disparando hacia la multitud que se reunió en aquel pequeño espacio de la calle Génova en Madrid. La fiesta, sin embargo, estaba en la calle. Forocoches envió a unos mariachis a la puerta de la sede del PP, y le dedicaron «Canta y no llores» al líder popular, de la misma manera que hicieron cuando Sánchez presentó su dimisión, aunque en este caso, enviaron pizzas a Ferraz. De pronto, la luz que iluminaba el cartelazo que cubría toda la fachada de la sede con la cara de Casado y que se podía divisar desde Colón, se apagó. Esta campaña electoral ha sido la crónica de una muerte anunciada. El Partido Popular seguirá luchando para conseguir buenos resultados en las autonómicas, «con ilusión», como anunció el propio líder en su comparecencia, pero tiene que cambiar su discurso, porque por no perder el voto de la extrema derecha, ha perdido al de centro-derecha. Quizá, sin embargo, debería plantearse dimitir. Lo mismo resurge como lo hizo Sánchez. Y no hay más que mirar dónde ha llegado, por mucho que digan.
Foto: Europa Press