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La política del insulto y el escupitajo

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El ministro de Exteriores, Josep Borrell, señala y se queja de un diputado de ERC, durante la sesión de control - EP

La política da hasta asco. Y cuando se ejerce en el Congreso de los Diputados, como la escena de su señoría Rufián con el ministro Borrell, da más asco todavía. Pero mucho más asco cuando, habrá que adivinar quién, escupen al mencionado ministro al abandonar el hemiciclo parlamentario. Da asco y vergüenza. ¿Estos son los políticos que tenemos en España? ¿estos son los políticos que nos merecemos? ¿políticos que escupen a sus rivales? ¿políticos que te llaman fascista porque no opinas como ellos? ¿esta es la clase política que representa a nuestro país y que se les suponen que velan y deben de velar por nuestros bienestar?. Pero ¡si el Congreso de los Diputados parece un circo de payasos y sinvergüenzas!

¿Hasta dónde estamos llegando y hasta dónde vamos a llegar? ¿A la chulería despiadada y grosera? ¿al insulto y a la descalificación personal? ¿al escupitajo? Díganmelo ustedes si esto es serio. Si hay una mínima decencia, si hay una mínima cordura, si hay un mínimo civismo, si hay un mínimo respeto. Díganme ustedes si es digno de crédito la caza de brujas que se instala en la política por el interés partidista y puro; díganme si podemos creer a unos señores que cobran lo que usted ni yo cobraremos en la vida, escupiéndose, insultándose, chuleándose y tomándose en un repugnante irrespeto la sala donde reside la soberanía nacional.

¿Esperan ustedes que la cosa vaya para bien cuando la única palabra que más se pronuncia es la de fascista, cuando se escupe? ¿Esperan ustedes, de verdad, que los que están allí sentados, no todos pero sí algunos, se preocupen de los problemas de la gente de la calle cuando están ocupados y entretenidos en la nauseabunda lista de insultos que guardan en sus pupitres parlamentarios? No, no lo esperen. ¿Esperan que haya diálogo democrático entre ideas diferentes? No, no lo esperen. Esperen más bien el salivazo, o el insulto, o el grito, o el hablar a decibelios elevadísimos que descargan la rabia más maléfica que habita en el interior del hombre.

¿Es esto serio, señores? ¿es la política española seria? Porque a mí me parece que no. Y lo peor: ¿creen que estamos educando en valores? ¿que le estamos enseñando a nuestros hijos el noble ejercicio del respeto y la diversidad? ¿creen ustedes que nos merecemos unos políticos que roban a manos llenas, sean quienes sean, del color que sea, de la institución que sea? ¿creen que podremos llegar a alguna lado? Yo creo que no. Tristemente, pero que no. Y no es por ser pesimista. Por lo menos hasta que el hombre sepa ser hombre, y no un bípedo sin cabeza y sí con mucha lengua. ¡Lo que tiene esta España mía! ¡Paga por insultar y por escupir en el Congreso de los diputados! ¡Y por robar! ¡Qué vergüenza de políticos los que tenemos en España!

 

Foto: El ministro de Exteriores, Josep Borrell, señala y se queja de un diputado de ERC, durante la sesión de control – EP (ABC)

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